Como Dios manda (2023), de Paz Jiménez

Andrés Cuadrado es funcionario desde hace muchos años. Trabaja en el Ministerio de Hacienda de Málaga y es muy estricto en su trabajo. Haciendo honor a su apellido, Cuadrado es un tipo cuadriculado, siempre de chaqueta y corbata, viviendo las mismas rutinas, chapado a la antigua y huyendo como de la peste de cualquier cosa que suponga novedad. Es denunciado por machismo por una compañera, a consecuencia de lo cual será “castigado” por unos meses y trasladado al recién creado Ministerio de Igualdad.

Comedieta española que supone el primer trabajo como directora de largometrajes de Paz Jiménez, quien anteriormente ha hecho labores de asistente de dirección en producciones como La peste o La hija. Es innegable que Como Dios manda cuenta con un as a su favor, el protagonismo de Leo Harlem, un comediante de enorme calidad que en este caso se pone al servicio de un guión muy complaciente con los tiempos que corren. Su personaje encarna todos los tópicos del tan cacareado heteropatriarcado, a los que se suma su catolicismo de etiqueta y por supuesto su intolerancia respecto a posturas progresistas en materia familiar, social y LGTBIetcetc. Pero ahí está su nuevo trabajo para "educarle" y la paradoja es que además tiene que lidiar con una situación familiar delicada en estos aspectos.

Aunque estamos ante una comedia muy ligera, tiene también mucha carga ideológica y pueden resultar de mal gusto algunas situaciones irreverentes en la iglesia y ciertas escenas un tanto chabacanas, aunque en la mayoría de los casos los momentos de humor propiciados por la anómala situación del protagonista son simpáticos, asentados en los divertidos diálogos y “meteduras de pata” de Cuadrado. Otros pasajes muestran su gran corazón aunque también contienen toneladas de buenismo progre, como el día que pasa con la chiquilla, la ayuda a la inmigrante, etc. Ni que decir tiene que todo el argumento de Como Dios manda discurre en pro de revertir los prejucios y taras del protagonista y “convertirlo” a la nueva cultura, presentada aquí como el ideal de la felicidad y la alegría. Aunque la importancia de los personajes secundarios es bastante limitada, entre el reparto, destaca además del citado Harlem, la presencia femenina de su fotogénica compañera Stéphanie Magnin, de la jefa María Morales y de la esposa Maribel Salas.