Culpa (2022), de Ibón Cormenzana

El marido de Anna está fuera de la ciudad, y ella ha salido a tomar una copa con los amigos. Vuelve a casa algo achispada, grabando con su móvil el regreso, y se está poniendo cómoda cuando suena el timbre. Uno de los compañeros de francachela, amigo del marido, le hace proposiciones sexuales, y ante su negativa, la viola. Rota interiormente, incapaz de contar a su marido o a sus seres queridos lo ocurrido, Anna se ausenta escudándose en débiles razones laborales. Se encerrará en una cabaña en el bosque, sola, tras llegar a un acuerdo con el dueño, que le surtirá de víveres. El descubrimiento de que está embarazada hará aún más penoso el "después" de su traumática experiencia.

Película dura, y aun diría que muy dura, pues contiene algún momento de muy difícil digestión. Se agradece que no tome sendas trilladas, pero se hace ardua de ver, por la temática y por ser unisituacional, lo que la hace algo reiterativa y conecta con el anterior film de Ibón Cormenzana, La cima. Tiene mérito sostenerla, aunque resulta difícil aceptar que la radical decisión de la protagonista de poner tierra de por medio, y que pueda pasar todo ese trance ella sola sin ayuda. El director, que dirige a su propia esposa Manuela Vellés, quien estaba realmente embarazada en algunos tramos del rodaje, sabe sugerir sin ser explícito; véase el violador con su mensaje de voz, que le retrata completamente, el comportamiento del dueño de la cabaña, su delicadeza para ayudar sin convertirse en un intruso, o el ternerillo recién nacido.

Quizá títulos más apropiados que el de "Culpa", habrían sido los de "Sola", "Miedo", "Trauma"... pues si ella es culpable de algo, lo será de dejarse dominar por el miedo, y no saber confiar en nadie. Aunque cabe pensar también en una doble "no culpa", hay que contar también la del bebé. El desenlace es sobrio y efectivo, y de alguna manera abre la puerta a la esperanza.