Dounia y la princesa de Alepo (2022)

Encantadora cinta de animación, coproducida por Francia y Canadá, con originales diseños de Marya Zarif. Logra el objetivo de concienciar a los más pequeños acerca de los dramas que conlleva la vida, aquí alrededor de la guerra de Siria. En muy poco tiempo la pequeña Dounia perderá a su madre, y verá cómo su padre acaba en prisión por sus ideas políticas. No olvidará los cuentos que le contaba su “baba”, mientras crece con sus queridos abuelos en la maravillosa ciudad de Alepo. Ellos le han ayudado a tener una visión amplia del mundo, confiando en las buenas personas y en hacer lo correcto; y se lleva muy bien con sus vecinos, el matrimonio que tiene un colmado, o la vecina cristiana, viuda con una hija jovencita. La guerra obliga a emprender el camino de la inmigración y de verse convertidos en refugiados.

Zarif, con el codirector André Kadi, tiene el acierto de entregar una historia atravesada de aliento poético y de la inocencia propia de la mirada infantil, con un duro telón de fondo causado por las guerras y la ambición, que no se niega, pero que se suaviza con inteligencia, transmitiendo la idea de que hacer el bien es modo mágico en que hay que afrontar los problemas. De modo que aunque se nos presenten criaturas fantásticas o los poderes de unas misteriosas semillas que ayudan a resolver algunos apuros, no se quita hierro a los desafíos que toca afrontar, y a las necesarias buenas disposiciones para no dejarse aplastar por ellos.

En el film se insertan con acierto algunas canciones y cuentos, y está atravesado todo de exotismo oriental, sin que ello suene artificioso. Los dibujos, sencillos, recuerdan ligeramente a los de Persépolis. Las ideas sobre la unidad familiar, una sana educación en valores y la ayuda a los demás están bien presentadas, para nada se dirían metidas con calzador.