El lobo de Snow Hollow (2020), de Jim Cummings

John Marshall, ayudante del sheriff de Snow Hollow, pueblecito de Utah, investiga una serie de asesinatos que tienen lugar después de la Luna Llena. Al mismo tiempo, Marshall se ve afectado por diversos problemas personales que parecen de difícil resolución, sobre todo su alcoholismo, la relación con su padre, Hadley, el sheriff, enfermo y ya incapacitado para ejercer su labor, pero que se resiste a dejar su puesto, y el alejamiento progresivo de Jenna, su joven hija.

Tras la desconocida comedia dramática Thunder Road, Jim Cummings aborda su segundo largometraje como director, guionista y actor principal, aunque de nuevo no ha tenido mucha suerte, pues éste ha tenido un estreno limitado en cines en Estados Unidos, y en plataformas de VOD –sin que se le haya dado mucho bombo– en el resto del mundo. El film corre el peligro de decepcionar al público atraído por el tráiler, la sinopsis y el título, que sugieren que se trata de un film de terror. Aunque tiene elementos propios del cine de licántropos, en realidad apenas tienen peso las secuencias de asesinatos y suspense, casi parecen una mera excusa o macguffin, para centrarse en la parte dramática.

Así, más que a títulos como Aullidos, se asemeja –quizás demasiado– a Aflicción, uno de los mejores títulos de Paul Schrader, también sobre un ayudante del sheriff preocupado por su hija y su autoritario padre. Y aunque la cinta funciona, resultan odiosas las comparaciones, pues no tiene la misma tensión dramática. Tampoco están a la misma altura el propio Jim Cummings y el veterano Robert Foster –en su último trabajo antes de su fallecimiento–, que Nick Nolte y James Coburn en aquella. Además, se abusa de los golpes de humor, que explotan el patetismo del personaje protagonista, algunos mal resueltos.