Érase una vez en Euskadi

Película de marcado carácter nostálgico, que surge de los recuerdos de su director y guionista Manu Gómez, nacido en Mondragón e hijo de inmigrantes granadinos al País Vasco, que debuta en el largo.

Describe las andanzas de cuatro chavales, Marcos, José Antonio, Paquito y Toni, tres hijos de inmigrantes, maquetos por tanto, y uno local, euskaldún, al comienzo de unas vacaciones de verano en 1985 en que llueve con frecuencia. Sirve para pintar el ambiente en el que les toca desenvolverse, con sus primeras experiencias adolescentes y el convulso ambiente político con el terrorismo de ETA. De modo que junto al enamoramiento de una linda cubana, el esfuerzo inútil por destacar en ciclismo, el tener un hermano mayor que juguetea con grupos abertzales o el visionado clandestino de una película porno, tenemos a unos adultos que tratan de integrarse aprendiendo euskera o llevando chapela, que prueban uno de los primeros vídeos Betamax, planean vacaciones en su terruño andaluz o sufren por un hijo con sida, y luego está el ambiente opresivo del terror etarra, donde se ha procurado no darle el lugar preponderante, aunque no faltan las manifestaciones, homenajes a terroristas o intentos de atentado.

Si uno fuera malévolo, diría que estamos ante la variante del País Vasco de un capítulo extra y extendido de Cuéntame, porque acumula muchas vivencias evocadoras, incluso el título parece remitir a la serie de animación Érase una vez... el hombre, también de la época. Pero tiene cierto encanto, los chavales resultan muy naturales, y los adultos complementan a la perfección, configurando una cinta coral con imágenes y situaciones ochenteras muy reconocibles.