El inocente (2022), de Louis Garrel

Sylvie, profesora de un taller de teatro para reclusos que roza la sesentena, se enamora de uno de ellos, Michel, con el que acaba contrayendo matrimonio. Algo que no agrada a su buen hijo Abel, que ya ha tenido otras malas experiencias, y que se encuentra amargado por su reciente viudez, nadie es capaz de consolarle, ni siquiera su buena amiga Clémende. Cuando Michel recupera la libertad, aporta el dinero que necesita Sylvie para abrir una floristería, una de sus grandes ilusiones. Puede que no sea tan mal tipo, después de todo, y a Sylvie se la ve muy feliz. Pero no acaban de desaparecer las sospechas de que sigue asociado a actividades delictivas.

El actor Louis Garrel prosigue su carrera como director y guionista, ahora sin el apoyo como libretista del fallecido peso pesado del cine galo Jean-Claude Carrière. Lo que quizá le ha hecho ganar en libertad y ligereza, pues su nuevo film destila una agradecible frescura, por su mezcla de tonos, donde convive el drama de un viudo preocupado por su madre, con la comedia de quien espía a su nuevo padrastro, y la intriga de las películas de robos y bajos fondos criminales, a lo que se suma un homenaje al mundo del teatro y la interpretación, y todo ello atravesado por el amor y el romanticismo, y sí, también por el concepto de "inocencia".

En efecto, la narración funciona como un preciso mecanismo de relojería, que deja muy buen sabor de boca, donde hay espacio para la emoción, y también para la risa. Además se produce más de una sorpresa, por derroteros inesperados. Garrel es perfecto para interpretar al pasmado Abel, pero lo hacen muy bien todos los demás, también Anouk Grinberg, la madre, Roschdy Zem, el recluso que hace teatro, y Noémie Merlant, la amiga fiel. Uno de los momentos más brillantes es el que acontece en un motel de carretera, donde tienen que robar la mercancía de un camionero, entre el suspense y el vodevil.