Mi hermano pequeño (2022), de Léonor Serraille

Finales de los años 80. Tras romper con su pareja, la emigrante Rose, procedente de Costa de Marfil, llega a las afueras de París, donde se esfuerza por sacar adelante a Ernest y Jean, dos de sus hijos, pues no ha podido llevarse a los demás. Tras conseguir que les aloje una familia en una habitación pequeña, empieza a trabajar como camarera de hotel.

Tras Bienvenida a Montparnasse, la francesa Léonor Serraille acomete su segundo largometraje, con el que logró formar parte de la sección oficial del Festival de Cine de Cannes en 2022. Ofrece los tres puntos de vista de la misma historia, es decir el de la madre, y el de sus dos vástagos, a lo largo de quince años. Habla con sensibilidad de las dificultades de los africanos para abrirse camino en Europa, de los resquicios del racismo aún presentes en el Viejo Continente, y de las dificultades de una madre para conseguir que sus chavales vayan por el buen camino.

La cineasta demuestra una enorme capacidad para crear imágenes sutiles y sugerentes. Se luce con momentos como el baile, muy logrado. Sin embargo, el film se vuelve un tanto premioso, y acusa la falta de un poco de optimismo. Tanto Annabelle Lengronne (la madre) como Sidy Fofana y Milan Doucansi (los chicos durante su infancia), así como el resto del reparto, están a un buen nivel.