Oro puro (2022), de Fatih Akin

El film comienza con un vibrante arranque en Siria, en 2010. A Giwar Hajabi le torturan en prisión para que revele el paradero de un alijo de oro robado. A continuación, un flash-back recuerda la historia de Hajabi, desde 1979, cuando su padre, el compositor Eghbal, y su madre, Rasal, vivían en Irán. Tras el ascenso al poder de Jomeini, ambos se convierten en guerrilleros. Rasal, que se ha quedado embarazada, tiene que dar a luz al niño en circunstancias extremas, en una cueva llena de murciélagos. Llamará al bebé Giwar, que significa “nacido del sufrimiento”. Después, el clan huirá a París y luego a Bonn, donde el padre les abandona, así que Giwar contribuirá a los gastos de su madre con dinero que obtiene de pequeños trapicheos.

Tras la dura y descarnada El monstruo de St. Pauli, en torno a un asesino en serie, el alemán de origen turco Fatih Akin cambia por completo de registro, adaptando al cine “Alles oder Nix”, biografía de Hajabi, que triunfó como rapero con el sobrenombre de Xatar. Sorprende lo bien engarzados que están los numerosos pasajes de la vida del protagonista que se introducen a lo largo de 138 minutos de metraje, sin que se llegue a aburrir al espectador. También la mezcla de géneros, pues se entremezclan secuencias propias de una película sobre una estrella de la música, con otras de iniciación a la vida adulta de un adolescente, y hasta algunas cómicas, como el atraco que fracasa por culpa de un atasco. Pero sobre todo la cinta recuerda a las protagonizadas por delincuentes que van ascendiendo en el hampa criminal, con fragmentos que remiten al cine de Martin Scorsese, Quentin Tarantino y Guy Ritchie.

Quizás le falta corazón a la subtrama romántica, y a los fragmentos de la relación del personaje central con sus padres y hermanas. De ahí que no llegue a ser un film memorable. En cualquier caso, Emilio Sakraya ofrece una actuación sólida como Hajabi de adulto, y está acompañado de un reparto solvente.