High Desert (2023), de Jay Roach

En una celebración familiar, la DEA irrumpe en la mansión de Peggy y Denny, con el resultado del encarcelamiento del segundo por narcotráfico. Diez años después muere la madre de Peggy, y su poca comprensiva hermana y su marido quieren vender el casoplón, por que lo que Peggy se quedaría en la calle. Y no es que le vaya muy bien, pues además de que Denny sigue en prisión, ella lucha contra su drogadicción, y apenas gana un sueldecillo en una especie de parque temático de segunda que recrea el mundo del western. Una serie de circunstancias sacan a la luz las cualidades detectivescas de Peggy, que trata de sacarse el título de investigadora privada a la vez que se camela al detective en decadencia Bruce para que la convierta en su socia.

Alocada pero no demasiado ingeniosa serie de comedia detectivesca, compuesta por diez capítulos en torno a la media hora. Está concebida a la mayor gloria del personaje principal, que encarna Patricia Arquette, por un trío de mujeres no demasiado conocidas, Nancy Fichman, Katie Ford y Jennifer Hoppe; y en la dirección se ha colocado Jay Roach, conocido sobre todo en su faceta de provocar risas por las sagas de películas Austin Powers y Los padres de ella, que aunque populares no eran, reconozcámoslo, para tirar cohetes.

Al menos en sus primeros compases la narración es algo dispersa, porque se combinan sin demasiada habilidad las piezas de las desavenencias familiares de Peggy, su ridículo trabajo en el parque temático, su dependencia de las drogas, y su inesperado talento detectivesco; tampoco tenemos muy claro que papel va a tener en la trama el marido encarcelado, Matt Dillon, un gurú antiguo presentador de televisión, Rupert Friend, al que persigue la mafia rusa, o una actriz venida a menos recién llegada al parque temático, Bernadette Peters. Algunos elementos como el convertir a Peggy en una experta en arte pictórico, no resultan demasiado creíbles, la impresión que ofrece su personaje es el de alguien no muy cultivado, que se ha educado en la calle, o casi.

Hay algunos momentos graciosos, pero la Peggy de Arquette no despierta demasiada empatía, se trata de un personaje listillo y brusco, capaz de resolver enigmas, y hábil en envolver al contrario con su labia. Este último rasgo es el que tenías mayores posibilidades hilarantes, pero se ven en parte apagadas por el resto