Blue Thermal (2022)

La joven Tamaki Tsuru abandona su pueblo para asistir a la universidad Aonagi en Tokio. Una vez allí, su objetivo es llevar una vida normal de estudiante, sacándose el curso, haciendo amigos y echándose novio. Por accidente, mientras juega un partido de tenis, rompe el ala de un modelo del club de planeadores del campus. Está convencida de que debe pagarlo, así que se ofrece a trabajar para la agrupación, y a participar en un campeonato, sin adivinar que se enamorará de la aviación.

Adaptación del manga de Kana Ozawa, que tiene al frente como director y coguionista a Masaki Tachibana, profesional con más de veinte años de experiencia, pues ha rodado títulos como Barakamon (2014), serie cómica sobre un experto en caligrafía recién llegado a una isla. Se acierta al plantear una historia vitalista que transcurre en el ámbito de los planeadores deportivos, disciplina poco aprovechada en la pantalla. Se agradecen los pasajes didácticos, que ilustran a los profanos sobre cuestiones básicas, como los diferentes tipos de aparatos que existen, la velocidad que alcanzan, las diferentes corrientes de aire, etc.

Se nota el nivel técnico del film en las escenas de vuelos, con aeronaves sin motor recreadas con gran realismo. No están descuidados los personajes, repletos de humanidad, que se enfrentan a conflictos quizás poco elaborados, pero que mantienen el interés del respetable. Al final, queda un producto digno, pese a que como cabe esperar no resiste comparaciones con la magistral El viento se levanta, de Hayao Miyazaki. El título, Blue Thermal, hace referencia a una corriente de aire que impulsa el vuelo de las aves y los aviones. Se plantea una metáfora según la cual en la vida conviene esperar a que sople alguna brisa, como los buenos pilotos, y aprovecharla para que nos impulse hacia arriba.