Klondike (2022), de Maryna Er Gorbach

2014, cuando la tensión militar en Ucrania está en plena escalada. Irka, una mujer embarazada, vive en una modesta granja cerca de la frontera con Rusia, junto a Tolik, su marido. El inmueble sufre el impacto de un proyectil de mortero caído por error, por culpa de los separatistas pro Putin locales, que no se disculpan por lo ocurrido. La casa se queda sin una pared, mientras que el interior ha sido reducido a escombros. Aunque todo invita a que el matrimonio abandone el lugar antes de que nazca el bebé, Irka se empecina en quedarse a toda costa, acaparando comida y limpiando el salón, que se ha quedado al aire libre. Poco después, derribarán en la zona un avión de Malaysia Airlines, y aparecerá por el lugar una pareja holandesa en busca de su hija pasajera de aquel aparato.

Primer largo en solitario de la ucraniana Maryna Er Gorbach, que ya tenía en su filmografía otros cuatro dirigidos con Mehmet Bahadir Er, su marido. Ha compuesto un duro drama, que muestra la tensión en la población del Donbass, mucho antes de la invasión de Vladimir Putin, cuando lo ocurrido allí apenas tenía impacto en los medios de comunicación mundiales. Ganó el premio a la dirección en la sección internacional del Festival de Sundance.

A Er Gorbach se le da bien crear imágenes de enorme valor simbólico, empezando por la casa que carece de uno de sus muros, metáfora de una Europa donde choca que la vida de una mujer a punto de dar a luz quede totalmente trastocada por la escalada bélica. Pesa su extremado pesimismo, sólo aligerado puntualmente por algún golpe de humor, y que los secundarios queden desdibujados. Pero todo esto queda compensado con creces por la elaborada interpretación de Oksana Cherkashyna como la tenaz Irka, aunque tampoco está nada mal Sergey Shadrin, un Tolik al que no le interesa nada la política, pero marcado como separatista.