Minari. Historia de mi familia (2020), de Lee Isaac Chung

Años 80. La vida de David, un niño de siete años con una dolencia cardíaca, cambia por completo porque su padre, Jacob, de origen coreano y sexador de pollos en California, decide trasladar al clan –compuesto también por la madre, Mónica, y Anne, una hermana un poco mayor– a una pequeña granja en Arkansas, donde aspira a cultivar verduras de su país. Cuando Mónica se queda horrorizada ante las duras condiciones en las que va a vivir en su nuevo hogar, Jacob la compensará trayendo a su madre de Asia para vivir con ellos, quien junto al río planta “minari”, una especie de perejil que se usa mucho en Asia,.

Nacido en Denver, pero de familia norcoreana, Lee Isaac Chung ha dirigido títulos de enorme repercusión en festivales, como I Have Seen My Last Born, sobre un superviviente del genocidio de Ruanda en 1964. Escribe y dirige ahora el que debe ser su film más personal, pues pasó su infancia durante los años que se describen en la cinta, en un entorno parecido. Produce a través de Plan B, su compañía, Brad Pitt, que ha tenido el detalle de no aparecer en pantalla, lo que podría haber sacado al espectador del film, como ocurría en 12 años de esclavitud, pues desentonaría junto a intérpretes menos conocidos, aunque brillantes. Destaca el debutante niño Alan Kim, pero también Steven Yeun (familiar para los apasionados de The Walking Dead), que da vida al padre, Yeri Han (Secret Zoo), la madre, Youn Yuh-Jung (la abuela Shoonja) y Will Patton, como Paul, un vecino estrafalario que ayuda a los protagonistas.

Dramón, con algún momento logrado de humor (sobre todo en torno a la abuela malhablada), rinde tributo a los emigrantes que gracias a su perseverancia y a su capacidad de trabajo salen adelante, en lo que es una reedición del esfuerzo por lograr hacer realidad el sueño americano. Pero también habla de apreciar las cosas sencillas y las raíces de cada persona, y saber valorar a los miembros de la familia, pese a que a veces puedan no comportarse de la forma esperada. Logró los premios de la crítica y el Gran Jurado en Sundance, y el del público en la Seminci, lo que pone de relieve que el relato logra conectar con los espectadores.