Palm Springs (2020), de Max Barbakow

Nyles y su novia acuden a una boda en Palm Springs. El parece muy poco atraído por el evento, pero en medio de la celebración conseguirá congeniar con Sarah, la hermana de la recién casada. Cuando se alejan juntos del lugar, sin embargo, curiosos acontecimientos llevarán a Sarah a entrar en una misteriosa cueva, pese a las advertencias de Nyles. Como consecuencia de ello, Sarah queda unida para siempre a Nyles en una especie de bucle temporal, condenados ambos a vivir siempre ese mismo día.

Película chusca estadounidense, con toque fantástico y delirante y su dosis de comedia romántica, aunque desde luego tiene más de comedia que de verdadero romanticismo. El debutante en el largometraje de ficción, Max Barbakow, ofrece un relato estrafalario y gamberrete que por momentos recuerda a lo peor de American Pie, sobre todo en sus procaces diálogos y sus sucios gags sexuales, aunque en este caso el tono general sea quizá algo más liviano. El guionista Andy Siara, colaborador habitual del director, pergeña en conjunto lo que sería una versión arrastrada y grosera de Atrapado en el tiempo, donde los días se suceden iguales y las aventuras de los protagonistas se vuelven cada vez más estrambóticas. Habrá fases de diversión, de tristeza, de acercamiento, de alejamiento, de reconciliación, etc.

La película, hay que reconocerlo, tiene ritmo e incluye momentos de humor que funcionan bien, pese a que todo es completamente ridículo. Sobre todo tienen gracia las apariciones del “cazador” Roy, un vengativo personaje que va detrás de Nyles con aviesas intenciones y que tiene el sorprendente rostro de J.K. Simmons. También son eficaces las escenas del bar y algunas secuencias disparatadas encaminadas a escapar de la maldición temporal. De todas maneras, lo mejor de la película es probablemente el trabajo de la simpática actriz Cristin Milioti, más comedida y convincente que el graciosete de turno interpretado por Andy Samberg (Popstar).