Samaritan (2022), de Julius Avery

Granite City es una degradada urbe estadounidense, donde mucha gente vive en la calle por la pobreza y los desahucios. El paro crece sin cesar y la delincuencia campa a sus anchas. En otra época hubo en la ciudad dos superhéroes, hermanos gemelos, Samaritan y Némesis, que eran como las dos caras de una misma moneda, el primero procuraba hacer el bien y ayudar a los demás, el otro sólo se movía por la rabia y la violencia. En un incendio murió el segundo y el otro desapareció del mapa. Ahora el adolescente Sam Cleary, que vive con su madre Tiffany, está convencido de que tras la fachada de su talludito y taciturno vecino barrendero Joe Smith, se oculta su héroe favorito, Samaritan. Sobre todo cuando acude en su ayuda en el momento en que unos pandilleros le estaban acosando.

Julius Avery, director de la aceptable Overlord, da una vuelta de tuerca al género de superhéroes al estilo de lo que hizo M. Night Shyamalan con El protegido, incluido el esfuerzo por ofrecer un “sorprendente” giro final, todo al servicio del protagonista y productor del film Sylvester Stallone. No acaba de salirle demasiado bien la jugada debido al guión algo elemental y pueril de Bragi F. Schut, conocido sobre todo por el libreto de Escape Room. Aunque tampoco su arrítmica puesta en escena ni la dirección de actores ayudan demasiado a mejorar las cosas.

Y es que además de que los personajes son algo elementales –el chaval al que da vida Javon 'Wanna' Walton y su mamá, Dascha Polanco, el villano del danés Pilou Asbæk, conocido por Borgen y que aparecía en Overlord, la novia de este a la que compone Sophia Tatum...–, se notan demasiado las costuras de la trama, en que se toman elementos prestados de otros filmes, eso que ahora se ha dado en llamar guiños u homenajes. Además de la citada El protegido, tenemos una Granite City que emula a Gotham City y a unos malos irracionales liderando una revolución hacia ninguna parte, un martillo que se parece al de Thor, una relación entre vecino y chaval como la de Gran Torino de Clint Eastwood, entre otras referencias, no demasiado bien aprovechadas.

Abunda en el film la acción, en forma de golpes, mamporros y atropellos que mandan al que recibe estopa a considerable distancia, de objetos que espachurra Stallone como si tal cosa, y de explosiones e incendios de índole anarquista. Mucha parafernalia de vistosos efectos visuales, pero que a estas alturas de la película ya no sorprenden a nadie.