Inseparables (2023), de Sean Durkin

Elliot y Beverly Mantle, ginecólogas que trabajan en la misma clínica. Gemelas casi idénticas, sin embargo tienen personalidades opuestas, ya que la primera vive al límite, siendo más alocada, pues consume drogas y alcohol, al contrario que la segunda, más seria, apocada y profesional. De cara a abrir su propio centro médico, las Mantle recurren a los Parker, familia de farmacéuticos millonarios que se convierten en sus mecenas, pero éstos no tienen mucha ética, pues por dinero admiten cualquier cosa. Cada vez que Elliot conquista a un nuevo amante, de cualquier sexo, se lo deja después a Beverly, que se hace pasar por ella, sin aclararle lo que ocurre a la víctima. Esta última prefiere a las chicas y además acabará perdidamente enamorada de una de ellas, Geneviève, con la que quiere tener hijos, lo que la hermana considera una traición, porque la recién llegada le parece una intrusa.

En 1988, David Cronenberg triunfó con Inseparables, adaptación de la novela “Twins”, de Bari Wood y Jack Geasland , con una impresionante labor de Jeremy Irons, en la piel de dos hermanos. 35 años después se adapta la trama en formato de serie con una importante novedad, los protagonistas se han convertido en mujeres, aunque se mantienen los nombres, ya que parecen servir igual. La amante por la que las protagonistas se enfrentan atiende al nombre de Geneviève, todo indica que en referencia a Geneviève Bujold, protagonista femenina del film.

Sustituye al prestigioso actor británico al frente del reparto su compatriota Rachel Weisz, a tan alto nivel que no se echa de menos a su predecesor, pues se puede diferenciar con sus gestos a los dos personajes (aparte, se ha optado porque Beverly aparezca casi siempre con el pelo recogido, para que el espectador no se pierda). No se limita a retratar a las Mantle, como una gemela buena y otra mala, sino que dota a cada una de numerosos matices. También realiza una labor de primera Jennifer Ehle, en la piel de la terrorífica Rebecca Parker, cabeza de un clan inspirado en los Sacklers, responsables de la crisis de los opiáceos.

Dirigen reconocidos realizadores ‘indies’, como Sean Durkin (Martha Marcy May Marlene), responsable de tres capítulos, o Karyn Kusama (La invitación), que se ocupa de otro. Han dejado intacto el tono enfermizo que imprimía el realizador canadiense, si bien añaden un subtexto muy propio del siglo XXI, con el que se aboga porque la mujer pueda hacer lo que quiera con su propio cuerpo, en lo que cabe hasta una discutible defensa de la gestación subrogada en una secuencia. Sin embargo, queda claro desde el principio que el relato no da ni de lejos para seis capítulos, por lo que el ritmo se hace demasiado premioso.