La diplomática (2023), de Simon Cellan Jones

Serie de intriga política, que sigue la estela de títulos como la ya legendaria El ala oeste de la Casa Blanca, y de Señora Secretaria de Estado. Creada por Debora Cahn, combina los dramas personales de los protagonistas, empezando por la que da título a la narración, con una situación de crisis internacional de alto voltaje.

Kate Wyler es una diplomática de carrera, que acaricia la misión de poner orden en Afganistán, de donde Estados Unidos salió “por patas”, de un modo no demasiado honorable. Pero el presidente la quiere de embajadora de Reino Unido, un destino más apetecible políticamente, pero que encaja poco con el perfil de ella, mujer aguerrida a la que le gusta embarrarse y pisar terreno. En realidad ha sido elegida para el puesto como modo de prepararla para la sustitución dentro de unos meses de la vicepresidenta, envuelta en un escándalo de subvenciones que está a punto de salir a la luz; y en Londres podría jugar un papel crucial a la hora de calmar los ánimos tras una explosión en una fragata británica en el Golfo Pérsico, con cerca de una treintena de muertos, cuya autoría se desconoce, aunque todo apunta a un “sospechoso habitual”, Irán. El problema es que la acompaña en su destino Hal, su marido, veterano diplomático también y experto en Oriente Medio, y a pesar de su buena voluntad, el hombre es metomentodo que no puede evitar actuar por su cuenta, ensombreciendo e interfiriendo en los intentos de ella por avanzar profesionalmente. La situación ha llegado al punto de que Kate le ha pedido el divorcio. Por supuesto, esa crisis conyugal no ayudaría a la potencial carrera política de la embajadora.

Estamos ante una producción ambiciosa, desarrollada con buen ritmo, y donde los conflictos internacionales que toca afrontar están creados de un modo razonable, jugando con la geopolítica de países que en este momento no parecen estar contribuyendo a la estabilidad del planeta. Hay situaciones reconocibles como un presidente estadounidense ya mayorcito, y la idea de ir preparando el terreno para una mujer en el Despacho Oval; o la de políticos demasiado preocupados por lo que piensa de ellos la opinión pública, y dejándose llevar por las presiones. Desde luego, muchas escenas siguen el manual de instrucciones de Aaron Sorkin, o sea, gente por pasillos y despachos hablando y hablando, sugiriendo soluciones o señalando errores cuando toca actuar.

Keri Russell y Rufus Sewell funcionan muy bien como matrimonio de diplomáticos; ella aporta determinación y actitud de quitar importancia a su indumentaria y aspecto, algo que sus asesores de imagen y consejeros tratan de corregir, en la medida en que se deja hacer; mientras que él presenta un punto irónico y de funcionar a su aire, aunque apoyando a su esposa, que tiene su encanto. Michael McKean prueba que tiene vida más allá de Better Call Saul como presidente, y son convincentes otros secundarios como Rory Kinnear, el premier británico, o Miguel Sandoval, el secretario de estado. Un aire más naïf presentan David Gyasi y Ali Ahn, del equipo de la embajada, y que tienen una relación sentimental que mantienen en secreto.