Ausencia de malicia (1981), de Sydney Pollack

Una periodista publica una historia sin contrastar que implica al hijo de un importador de licores en la desaparición de un líder sindical. A partir de este momento, Mike Gallagher hará lo imposible por esclarecer la verdad o, al menos, limpiar su nombre.

Interesantísima película sobre el mundo del periodismo y el poder de la prensa con algunos de los mejores ingredientes de los filmes de Sydney Pollack como los habidos en Todos los hombres del presidente, con la que comparte temas como la construcción de una historia en clave de thriller donde, en lugar de detectives privados, hay periodistas. Sin ser una de sus películas más recordadas, en Ausencia de malicia conviven la tradición del mejor cine clásico con todos los códigos narrativos del cine moderno del que Pollack fue adalid, siendo el más joven de la generación de la televisión.

La conciliación imposible entre dos mundos es la esencia de las películas del cineasta, siempre escritos o tocados o corregidos por David Rayfiel. Ése es el tema de fondo de Las aventuras de Jeremiah Johnson, de Tal como éramos, de Los tres días del cóndor, de Tootsie o de Yakuza. En este sentido, es de los directores modernos más conscientes de sí mismo y más coherente con su propia narrativa, y de los que se aproxima mejor a sus personajes. Paul Newman estaba muy interesado en trabajar con el cineasta y en hacer este papel y su interpretación, como todas las que realizó en esta época, tales como Distrito Apache: el Bronx, Veredicto final o El color del dinero, fue absolutamente memorable. Pocos actores lograron como él estar siempre soberbios, permanecer siempre en lo más alto, dejarnos sin palabras. Hasta cuando se pone violento, hasta cuando tiene que sacar lo peor de sí mismo, Paul Newman nos atrapa.

La paradoja central de Ausencia de malicia estriba en que la transmisión de la verdad nunca está exenta de daños, y su principal crítica es que las fauces de la prensa se acogen a cualquier excusa “carente de malicia” para justificar la publicación de una historia. Lo mejor de ver una película sobre el poder de la prensa siendo periodista es que nosotros sabemos que lo importante no es si hay malicia o no, si una historia está cogida con pinzas o no, si la moral del periodista es inquebrantable o laxa… Lo importante para muchos periodistas es vender periódicos. Y punto.