Sin remordimientos (2021), de Stefano Sollima

El marine John Kelly acaba de retirarse para estar junto a su esposa, Pam, a punto de dar a luz a su primera hija. Por desgracia, un comando ruso –que se supone que actúa en represalia por los resultados de una operación en la que participó Kelly en Siria – acribilla a balazos a Pam, antes del parto, y está a punto de acabar también con la vida de Kelly, que acaba desmayado por sus propias heridas. Éste sobrevive, pero cuando se entera de que sus superiores no van a buscar justicia, pondrá en marcha su propio plan de venganza, con ayuda de su superior, Karen Greer, y de Robert Ritter, turbio agente de la CIA. El trío descubrirá que en realidad el asesinato de Pam por extranjeros en suelo estadounidense está concebido para encender la mecha de un conflicto internacional…

Adaptación bastante libre de la novela homónima de Tom Clancy, protagonizada por un personaje encarnado en la pantalla hasta ahora por dos actores blancos, Willem Dafoe y Liev Schreiber, en otros dos largometrajes dedicados al personaje más conocido del novelista, Jack Ryan, Peligro inminente y Pánico nuclear, respectivamente. Puesto que el film se rueda treinta años después de la publicación del volumen, se han actualizado elementos de política internacional que se habían quedado un tanto obsoletos, y se ha simplificado bastante la compleja trama. Por desgracia, sus elementos de thriller y sus giros resultan un tanto predecibles, sobre todo para asiduos al género. Y sus diálogos resultan un tanto acartonados, sobre todo el discurso absurdo final del villano, al que mueve que “los estadounidenses se han vuelto unos contra otros sólo porque no tienen un enemigo extranjero al que odiar”.

Pese a todo, el realizador Stefano Sollima hace gala del mismo pulso narrativo con el que despuntó en Sicario, el día del soldado, y de nuevo filma apabullantes imágenes, como las de la extensa secuencia submarina o la de los francotiradores. Michael B. Jordan, protagonista de Creed. La leyenda de Rocky, parece haberse apuntado a este film para estar en una nueva franquicia, y aunque no logra darle personalidad propia al protagonista, máquina de matar unidimensional compuesta a base de clichés, salva el carro gracias a su carisma. Además, está bien escoltado por Jodie Turner-Smith (Karen) y Jamie Bell (Ritter), que sí que logran disimular las carencias de sus personajes. Por el contrario, Guy Pearce no resulta ser la mejor elección para encarnar a un político, el secretario Clay. Y Lauren London promete una buena interpretación, pero a su personaje, Karen, la aniquilan demasiado rápido, sin que se sepa algo de ella, que aporte dramatismo a la cinta.