Los ambiciosos (1959), de Joseph Anthony

Un hombre que desea ser actor por encima de todas las cosas, tiene una ambición tan desmesurada que será capaz de hacer lo que sea con tal de lograr su objetivo. En el camino, su mujer, sus amigos y sus colegas de profesión tendrán que lidiar con él.

Interesantísimo drama sobre el mundo de la interpretación. Es una adaptación del musical de Broadway de James Lee, que participó en el junto con el intrascendente Bert Granet y el inmenso Dalton Trumbo. Libreto y guión se basan, a su vez, en la novela de Philip Stong, con repercusión en el momento de su estreno. Sin duda, la mano de Dalton Trumbo se nota en la intensidad del drama, que se centra en los infiernos en los que va cayendo un hombre a medida que su deseo de éxito va creciendo en su interior. Su felicidad, la de los demás, los obstáculos, la moral… Nada de ello le importará si logra su objetivo: ser una estrella. Esta especie de “Eva Harrington” atípico, tiene en común con la gran trepa de la historia del cine que, en algunos momentos, muy pocos, la sombra de la duda parece nublar su mirada.

El poco conocido Anthony Franciosa, que se llevó el Globo de Oro al mejor actor de drama, da vida a este hombre lleno de ambición, pero al que hace sombra en cada plano el grandísimo Dean Martin. El admirable vestuario de Edith Head y la música impecable de Franz Waxman ponen la guinda a una película a la que, teniéndolo todo a su favor, algo le falla. Quizá el director, pues el artesano Joseph Anthony era sólo un realizador correcto. En manos de otro realizador de la Paramount es probable que la película, que tiene sin duda valor, se habría elevado a otro nivel.

Con todo, no deja de ser una profunda reflexión sobre el poder destructivo de la ambición y el poder sanador de la humildad, o del fracaso, o de la necesidad…