Oso vicioso (2023), de Elizabeth Banks

Antes de fallecer, un narcotraficante deja caer desde una avioneta un buen puñado de bolsas de cocaína. El enorme cargamento queda diseminado por los bosques de los Apalaches y un oso negro probará la mercancía. Su fuerza y agresividad, junto con el “mono” que experimenta, le convierten en un depredador compulsivo e implacable. En su camino se encontrará a algunos excursionistas, un grupo de pendencieros, una madre y dos niños, una guarda forestal y su colega, un policía que investiga la procedencia de la droga y un grupo traficantes que quiere recuperar el cargamento. Será una escabechina.

Está claro que a Elizabeth Banks, con ese aspecto de rubia impoluta y risueña al estilo pin-up, le va la marcha, y mucho. Ya lo hemos visto tantas veces en su faceta de actriz, pero también en labores de producción y detrás de las cámaras se ha divertido con comedias alocadas, al estilo Dando la nota o subproductos de diseño como Los ángeles de Charlie. Pero ahora se decide directamente por la gamberrada sangrienta con esta comedia de argumento descacharrante y estilo visual cercano al gore, con profusión de sangre, miembros cercenados y alguna tripa por ahí suelta. Parece ser que el delirante guión de Jimmy Warden parte de una premisa real –el extravío de un cargamento de cocaína en los Apalaches en 1985 y la muerte de un oso por sobredosis–, para después imaginar la rocambolesca historia del plantígrado “puesto” de droga hasta las trancas y dispuesto a merendarse a todo aquél que se cruce en su camino.

Aunque tiene detrás a la poderosa Universal, Oso vicioso desprende un aire de serie B muy adecuado para una trama de por sí bastante surrealista. Lo mejor que se puede decir de ella es que entretiene medianamente y que Banks sabe imprimirle el ritmo necesario para que no aburra. Sin embargo, flaquea a la hora de equilibrar el tono general. Se supone que debería invitar a la carcajada por las situaciones estrambóticas generadas por el oso (por supuesto, hay algún momento divertido), pero no hay mucha inspiración en los gags, mientras que los sustos, los sangrientos ataques (algunos bastante asquerosos) y una violencia demasiado explícita nos hurtan esa atmósfera relajada, de modo que el vaivén entre dos aguas es un tanto desconcertante y estropea el conjunto.

Visualmente Oso vicioso es elogiable y llaman la atención algunos momentos magníficos, como la larga secuencia de los médicos de urgencias, a los que habría que sumar el llamativo acabado digital del oso, un gran trabajo de la tecnología por ordenador. Y en cuanto al reparto destacan numerosos rostros conocidos en un elenco coral que funciona bien. Podrían destacarse entre ellos a la madre Keri Russell, al simpático camello O'Shea Jackson Jr. y a la guardia forestal Margo Martindale. Y puede que se nos escape una lagrimilla al ver a Ray Liotta en uno de su último trabajo (de mafioso, claro) antes de morir en mayo de 2022.