Halston (2021), de Daniel Minahan

Cuarto trabajo del creador de contenidos Ryan Murphy para Netflix, plataforma con la que tiene un acuerdo en exclusiva, tras Hollywood, Ratched, The Prom y The Politician. A lo largo de cinco capítulos reconstruye el periplo del diseñador de moda Roy Halston Frowick, que triunfa por primera vez cuando Jacqueline Kennedy se pone uno de sus sombreros, por lo que los pone de moda, pero enseguida las mujeres dejan de cubrirse la cabeza así que tendrá que ingeniárselas para encontrar inversores de cara a abrir una boutique en Nueva York. En su ascenso le servirá de ayuda la artista Liza Minnelli, a la que vestirá tras conocerla después de una de sus actuaciones, pero le perjudica iniciar una relación con el prostituto venezolano Víctor Hugo, parásito que le saca todo el dinero que puede, sobre todo para drogas.

Parte del libro “Simply Halston”, de Steven Gaines, si bien los herederos del protagonista califican la adaptación como “relato inexacto y ficticio”. Se nota que su máximo responsable se está cargando de demasiado trabajo, por lo que esta vez ha firmado una miniserie rutinaria, que ha perdido la frescura de Glee o American Horror Story, que podían gustar más o menos, pero sorprendían. De vez en cuando asoman destellos del sello autoral que se le supone a Murphy, sobre todo en la surrealista aparición de Vera Farmiga, como la diseñadora de perfumes Adele, pero se echa de menos algo de chispa.

En principio capta el interés del espectador, sobre todo a aquél que quiera profundizar un poco en el mundo de los diseñadores americanos, menos conocidos en Europa que los franceses. Supone un acierto que reivindique la figura del genial Balenciaga, que parece que se recuerda más en producciones extranjeras que en las nuestras. El siempre inspirado Ewan McGregor cumple como el extravagante personaje central, y está rodeado de estrellas solventes, pues por ejemplo resulta inevitable fijarse en Krysta Rodríguez, que se convierte en Liza Minnelli, deslumbrando cuando recrea sus actuaciones musicales. Sin embargo, el guión no logra profundizar en su retrato de los personajes, y abundan las secuencias de desfiles o subtramas que no aportan nada, por ejemplo unos sosos flashbacks de la infancia de Halston.