Los espabilados (2021), de Roger Gual

Cuatro adolescentes inestables y pendencieros –Mickey L'Angelo, Yeray, Guada y Samuel–, internos en un psiquiátrico para menores en Menorca, logran escaparse y coger un ferry para Barcelona. Su plan es marchar a casa del hermano de uno de ellos y entretanto correrán diversas aventuras. Antes de informar a autoridades y familiares, en la clínica deciden encargar la búsqueda a Izán, un investigador que comenzará sus pesquisas con la ayuda de otro interno, Lucas, que dice saber el paradero de sus compañeros.

Es Los espabilados una historia muy del estilo de Albert Espinosa. El exitoso escritor catalán es el creador y guionista de la serie, escrita a partir de su propia novela “Lo que te diré cuando te vuelva a ver”. El relato va en la línea de otras narraciones de superación como Planta 4ª, Héroes o Pulseras rojas, que llevan el genuino sello de Espinosa, un hombre que sabe como nadie lo que es sobreponerse a las dificultades, pues él mismo superó un agresivo cáncer en su juventud, a consecuencia del cual perdió una pierna.

Presenta así Los espabilados a un grupo de jóvenes problemáticos, macarrillas, desubicados en el mundo, cuya situación de encierro les ha llevado a sentirse aún más rechazados. La salida del psiquiátrico será para ellos un gran alivio, un soplo de libertad, días en donde habrá roces pero también en donde saldrán a relucir bellos sentimientos, amistades francas y empezarán a disfrutar de sus propias vidas, dejando atrás el triste pasado y también sabiendo comprender a los demás, entre los que conocerán a personas de todo tipo, egoístas, buenas, malas, generosas.

La serie consta de siete capítulos cortos, cercanos a la media hora de duración cada uno. Cinematográficamente los episodios tienen ritmo y entretienen, siempre con un punto de humanidad. Sin embargo, sorprende para mal la insistente defensa, por ejemplo, de la muerte voluntaria (el suicidio, la eutanasia) cuando ya no se quiere seguir viviendo, donde se lleva la palma el asesinato de la abuela. Son cuestiones muy peliagudas que están tratadas con bastante frivolidad, desde un punto de vista infantil e inmaduro, y que rebajan sin duda una propuesta a priori dirigida a los jóvenes.

La dirección a cargo de Roger Gual (Smoking Room), aunque convencional, es eficaz. Quizá podría achacársele al conjunto cierta simpleza en las situaciones, tanto entre el grupo de chavales (sus reacciones y conversaciones muchas veces no encajan, no son naturales), como en el desarrollo de algunos acontecimientos: el inicial desenmascaramiento del pedófilo es, a todas luces, inverosímil. Tampoco acaba de funcionar el modo de expresarse del principal protagonista –aunque se use como excusa que lee literatura–, más si cabe en esos momentos en que se dirige al espectador, recurso que rompe demasiado artificialmente la narración.

El trabajo interpretativo es correcto, aunque la verdad es que mejora el resultado final gracias a los actores adultos. Destaca sin duda Miki Esparbé en su papel de investigador con problemas de pareja, que sigue la pista de los chicos siempre con ese aire de estar hastiado de todo, pero Alex Brendemühl y Bruno Sevilla también hacen buenos trabajos en su secundario rol de médicos.