Love & Death (2023), de Lesli Linka Glatter

En 1978 Candy Montgomery vive una existencia aparentemente idílica en un suburbio residencial de lujo en el condado de Collin, Texas, donde forma parte del coro de la iglesia metodista, participa en actos vecinales, estudia escritura creativa, y sobre todo dedica atención a sus dos hijos. Sin embargo, no soporta la actitud de indiferencia de su marido, por lo que acaba iniciando una relación extraconyugal con Alan, marido de Betty, su gran amiga.

David E. Kelley, creador de Ally McBeal, está detrás de una serie que pertenece al género denominado “true crime”, o sea que reconstruye un asesinato real. No se entiende muy bien por qué se ha escogido este caso, que ya había dado lugar a otra miniserie, Candy, estrenada unos meses antes, con Jessica Biel como protagonista. Pese a la esmerada realización de Lesli Linka Glatter (Homeland), el relato parece aportar poco a lo ya contado, y los tres primeros capítulos, centrados en la relación de la protagonista con su amante, están demasiado alargados, y resultan repetitivos.

Por otro lado, no se aporta demasiado material que no apareciera en su predecesora. Al menos cuenta con un reparto solvente. Elizabeth Olsen borda un papel de mujer hastiada en su vida cotidiana, lo que se diría la antítesis de su personaje protagonista en Bruja Escarlata y Visión, una mujer extraordinaria que sueña con una vida normal en una urbanización similar a la que se muestra aquí. Está bien respaldada sobre todo por el extraordinario Jesse Plemons, como Alan.