Sospechosos (2022), de Stefan Schwartz

Cuatro individuos camuflados con máscaras de la casa real británica secuestran a un joven en el pasillo de un hotel londinense. Graban un vídeo del acto delictivo que se hace viral en internet. La víctima resulta ser Leo Newman, hijo de la destacada empresaria estadounidense Katherine Newman, que exige una investigación minuciosa hasta dar con el chico. Investigan conjuntamente el asunto la Agencia Nacional contra el Crimen (NCA) británica y el FBI estadounidense, que consideran principales sospechosos a cuatro personas alojadas en el lugar de los hechos, a los que seguirán estrechamente a través de las cámaras de seguridad esparcidas por la capital británica.

Rob Williams (The Man in the High Castle) está detrás de esta serie de ocho capítulos que adapta libremente la israelí Falsa identidad (Kfulim), que constó de dos temporadas. El arranque engancha, pues se sugiere con sutilidad que los cuatro presuntos culpables podrían tener motivos para haber abducido a Leo Newman, mientras que la familia de éste podría no ser trigo limpio. También pone de manifiesto que en las modernas ciudades se graba lo que sucede en cualquier momento, así que la privacidad resulta imposible.

Sin embargo, conforme avanzan los capítulos, se pone de manifiesto que la ejecución resulta algo torpe. Además, aunque realizan buenos trabajos actores conocidos de la series, como Kunal Nayyar (The Big Bang Theory), Elizabeth Henstridge (Agentes de S.H.I.E.L.D.) o Noah Emmerich (The Americans), se echa de menos una mayor presencia de Uma Thurman, que interpreta bien a la hermética Katherine Newman, pero apenas aparece, pese a ser el principal reclamo publicitario. De ahí que quede una cierta sensación de estafa.