Tulsa King (2022), de Allen Coulter

El capo de la mafia en Nueva York Dwight “Ike” Manfrendi ha pasado 25 años en prisión, con probada lealtad a los suyos. Tipo duro, en una reunión de gángsteres queda claro que el tiempo pasa, y que no lo quieren en la Gran Manzana. De modo que lo único que pueden ofrecerle, “lo tomas o lo dejas”, es poner en marcha negocios de la familia en Tulsa, Oklahoma, en lo que no deja de ser un exilio. Aceptará no sin dar antes una lección a un jovenzuelo que no le muestra respeto. Al llegar a Tulsa, recluta al veinteañero negro Tyson como chófer, y ve una oportunidad de negocio en el establecimiento de marihuana y derivados que regenta Bodhi. Dwight demuestra una gran habilidad para hacer contactos que le ayuden a establecerse, e incluso conoce a Stacy Beale, una mujer que participa en una despedida de solteros, con la que congenia e incluso se acuestan. El problema de esa relación no va a ser solo la diferencia de edad, sino la increíble coincidencia de que ella es agente del FBI, de la unidad antiterrotista. Por otra parte, a Dwight le ha marcado no volver a ver a su hija desde hace 18 años.

Magnífica serie gangsteril creada por Taylor Sheridan, del guionista de valiosos filmes como Sicario y su secuela, Comanchería y Wind River, en esta última debutó también como director. Está claro que se siente cómodo en el terreno seriado, pues ha creado todo el universo que gira alrededor de las prestigiosas series conectadas Yellowstone, 1883 y 1923. De los valores de producción da idea la presencia como directores y guionistas de Allen Coulter y Terence Winter, curtidos en series como Los Soprano y Boardwalk Empire.

Toda la trama gira alrededor del personaje protagonista Dwight, que es una perita en dulce para Sylvester Stallone, quien se siente muy cómodo componiendo a ese gángster tranquilo, experimentado y capaz, que siempre tiene en la boca una frase ingeniosa. Aunque hay intriga alrededor del emprendimiento mafioso de Dwight, y sobre las misteriosas razones que puede albergar un tipo para trata de asesinarlo, esto no impide el cuidado en el desarrollo de los personajes y sus relaciones, y la apuesta por un contenido pero muy eficaz sentido del humor. Se entiende la relación que surge entre Dwight y Stacy –la poco conocida Andrea Savage–, pues lo de ella en Tulsa también parece un castigo a algo que hizo mal, una suerte de exilio por tanto.

Y la interactuación con Tyson –Jay Will, que querría prosperar junto a Dwight, aunque éste no cree que esté hecho para la vida criminal– y con Bodhi –Martin Starr, el vendedor de maría, que con su pinta de colgado recuerda mucho a su friki programador de Silicon Valley–, sirve también para acentuar una suerte de choque generacional, y no sólo por la diferencia de edad y el tiempo en prisión, sino por la realidad de que un mundo de géneros neutros y en que todo se hace con el móvil y las tarjetas de crédito, se ha dejado mucha humanidad en el camino.