Renfield (2023), de Chris McKay

Vuelta de tuerca al fantaterror de los vampiros y el conde Drácula en clave de comedia, un poco al estilo de El jovencito Frankenstein de Mel Brooks, aunque atravesada de una ligera y novedosa reflexión acerca de las relaciones tóxicas. No falta un pequeño homenaje a películas clásicas, con guiño a Bela Lugosi incluido.

Ambientada en la actualidad, nos ofrece el punto de vista de Robert Montague Renfield, fiel servidor de Drácula, a quien abastece de víctimas que puedan saciar su sed de sangre. Pero últimamente Renfield se está cuestionando un estilo de vida arrastrado durante décadas, en que el precio de su inmortalidad puede que sea demasiado alto. El descubrimiento en una iglesia de una sesiones de terapia para personas dependientes de otras y con la autoestima por los suelos, y el ejemplo de Rebecca, una íntegra agente de policía, a la hora de combatir a la mafia en un ambiente de corrupción, también entre sus jefes, devienen en la gota que colma el vaso. Se da cuenta de que debe liberarse del abuso de autoridad de su “jefe” –que no se conforma con que le traiga maleantes, quiere almas puras–, aunque romper determinadas inercias resulta muy difícil.

A partir de una idea de Robert Kirkman, el autor de la novela gráfica en que se basa la serie de zombies The Walking Dead, el guionista Ryan Ridley y el director Chris McKay –responsable de las dinámicas Batman la Lego película y La guerra del mañana– han pergeñado una película medianamente original, que sabe combinar mucha acción con bastantes elementos gore, pero un poco de tebeo, comedia a ratos descacharrante, y hasta un poquito de romanticismo. No pretende dar miedo, por mucho que Drácula saque sus colmillos, o se transforme en un montón de murciélagos que revolotean locamente. Curiosamente en este film se sugiere con toda claridad que el conde es una criatura que se ha entregado al diablo, concediendo a Renfield la posibilidad de la redención, cabe cambiar.

No estamos por supuesto ante una película sesuda, pero en sus intenciones de divertir funciona, gracias a su buen ritmo, a las escenas de pelea bien coreografiadas, y a unos personajes medianamente trabajados. Nicholas Hoult lo hace bien como el familiar de Drácula que se cae finalmente del guindo de la devoción a su amo, Awkwafina demuestra cómo a pesar de su exotismo y su físico derrocha carisma suficiente para interpretar a una auténtica heroína fiel a sus principios, y Nicolas Cage, ya que no estuvo en el Drácula de su tío Francis Ford Coppola, y tras haber hecho una de vampiros también comedia, Besos de vampiro, al fin puede interpretar al personaje creado por Bram Stoker, y sabe pillarle el punto de malvado narcisista socarrón.