X (2022) (2022), de Ti West

Década de los 70. Texas. Wayne lidera un grupo de cineastas que planean rodar una película porno, “Las hijas del granjero”. Para ello han alquilado un caserón pegado a una granja donde vive una decrépita pareja de ancianos, que ignoran sus intenciones. Protagoniza la cinta Maxine, la novia de Wayne, con el concurso de otros dos actores que son pareja, Jackson y Bobby-Lynne, mientras que DJ ejerce de director con ínfulas autorales, y su novia Lorraine, reticente al rodaje, se ocupa del sonido. Pronto van a descubrir que sus anfitriones no solo son un par de viejos raros, sino que ocultan siniestras intenciones.

Antes de X Ti West era conocido por subproductos de terror como Cabin Fever 2 y Los huéspedes, y algo percibieron en él los responsables de series como Wayward Pines, Historias del Bucle y Them para confiarle la dirección de algunos capítulos. Ahora apuesta por él Sam Levinson, productor ejecutivo de X, escrita y dirigida por West, y que es una de esas películas que enseguida adquieren vitola de “cult movie”, “película de culto”. Pues ha sabido, ayudado por su experiencia previa, combinar la mirada sociológica a la América profunda de los 70, con una forma de vivir la religión que se aproxima al fanatismo, con las motivaciones del cine porno y los que se involucran en él, mostrados como peculiar “familia”, y el terror puro y duro, con mucho gore y algo de humor negro. Sexo y violencia, pero servidos en una trama pensada con astucia, y razonablemente bien llevada, incluso con formatos que simulan el material filmado, aunque al final se apueste por la pirotecnia sanguinolenta del "slasher", con la presencia armas punzantes o de fuego.

A mitad del metraje se menciona a Psicosis, y una escena que evoca la célebre de la ducha parece querer marcar también la idea de cambio de rumbo narrativo a mitad de metraje. Algo de esto sucede, en efecto, aunque curiosamente el prólogo del film, que nos anticipa que se ha producido una matanza, nos priva del supuesto factor sorpresa, en todo caso la duda será quién va a sobrevivir de entre los viejos y los cineastas, a la tremenda escabechina. Después de que la cinta pivota, la cosa se convierte en una sucesión de sustos no aptos para todos los paladares. El reparto está bien escogido, buscando la irreconocibilidad, hasta la más popular, Brittany Snow, apenas se la descubre, por no hablar de los ancianos, que son lo más parecido a unos monstruos, cubiertos de maquillaje.

En todo caso, previamente también se nos ha invitado a ser testigos del rodaje de algunas escenas de “cine para adultos” bastante desagradables, que se adoban con humor tabernario, no cabe sugerir, parece decírsenos, lo que de por sí es explícito y solo busca la excitación del espectador. Quizá el mérito de West es mostrar de modo ambivalente la cotidianidad de unas personas que se empeñan en restar importancia a lo que hacen, “es solo sexo”, “no significa nada”, aunque luego compartas tu vida con otra persona, ello por no hablar de las adicciones que producen en el público, en fin, la imposible cuadratura del círculo de quien hace algo que lo degrada.