El hijo (2022), de Florian Zeller

Hace años, el ocupadísimo abogado neoyorquino Peter se divorció de su mujer, Emma, con quien tenía un hijo, Nicholas. Acaba de convertirse en padre por segunda vez con su nueva pareja, la mucho más joven que él Beth, al tiempo que está a punto de reconvertirse en asesor de un importante político, lo que presagia que hará carrera en la Casa Blanca. De repente, reaparece su ex con malas noticias sobre su primer retoño, pues éste sufre una profunda depresión y falta a la escuela, por lo que le pide que le lleve a vivir con él durante una temporada.

El dramaturgo francés Florian Zeller debutó a lo grande en el largometraje con El padre, adaptación de su obra teatral de 2012 de enorme éxito, por la que Anthony Hopkins recibió con toda justicia su segundo Oscar como actor, por encarnar a un hombre con demencia senil. Ahora adapta otro de sus textos, de 2019, que forma una trilogía, junto al anteriormente citado y “La madre”, de ese mismo año. De nuevo ha coescrito el guión adaptado junto a Christopher Hampton, que estuvo detrás de Las amistades peligrosas, y que posiblemente ha debido ser clave a la hora de que estos materiales funcionen en la pantalla, por su conocimiento del medio cinematográfico.

Esta vez se cuenta la historia de una forma más convencional que en  El padre, que jugaba a la confusión, mostrando el peculiar punto de vista, a veces irreal, del protagonista. Quizás por esta razón, gran parte de la crítica se ha sentido algo decepcionada. Sin embargo, resulta un film valiente al abordar las consecuencias negativas a largo plazo del divorcio en los hijos, frente a la idea predominante en la sociedad actual de que disolver a la familia y formar otra a base de retazos es un mero trámite.

Todos los diálogos están trabajados, y todos los personajes tienen sus claroscuros. Hugh Jackman siempre cumple con sus papeles, pero aquí está mejor que nunca en un complejo rol de aparente triunfador que sin embargo tiene grandes lagunas en su vida. Sobre todo se siente agobiado porque ha cometido los mismos errores con su hijo que su progenitor, así que en cierta forma empieza a entenderle aunque le odia. No están nada mal Laura Dern, en la piel de la agraviada Emma, que no ha superado su ruptura, ni Vanessa Kirby, que da vida a Beth, que teme que el retorno del hijo pueda estropear su nueva felicidad, ni el debutante en el largometraje Zen McGrath, a quien le corresponde defender a Nicholas, el muchacho resentido y desorientado, con aspecto inquietante.

Una escena con un psiquiatra muy secundario, al que da vida el desconocido pero sorprendente Joseph Mydell, ilustra sobre la complejidad de tratar a los potenciales suicidas. Aparte se ofrece como propina la aparición de Anthony Hopkins, que pese a que sólo aparece en un diálogo, ofrece una lección de interpretación encarnando al cínico progenitor de Peter. Conviene mencionar la trabajada partitura de Hans Zimmer, que subraya el enorme dramatismo de la trama.