
Anthony Hopkins
85 añosPremios: 2 Oscar (más 1 premios y 4 nominaciones) Ver más
Distinguido caballero
El que estableció la edad de la jubilación en 65 años, no había visto a sir Anthony Hopkins, que a los 66 está en plena forma. Tras retomar en dos secuelas el papel de Hannibal Lecter de El silencio de los corderos, que le convirtió en un mito, algunos críticos le advierten que podría quedar encasillado en ese papel, pero a él le queda poco que demostrar. Es el hombre ideal para interpretar a refinados caballeros que mantienen las apariencias, aunque luego resulten ser temibles psicópatas que se comen a la gente.
La mancha humana es el nuevo trabajo del actor galés de mayor reputación de la actualidad. En esta adaptación del libro homónimo de Philip Roth, a su vez basado en un hecho real, Hopkins encarna a Coleman Silk, un profesor de literatura clásica, acusado de racista por unos comentarios realizados durante una clase. Pierde su reputación, su mujer fallece por el trauma recibido, y sus hijos le retiran la palabra, por lo que sólo le queda buscar refugio en una humilde chica de la limpieza, a la que por cierto interpreta la cada vez más sorprendente Nicole Kidman. Sin duda es otro más de los personajes que dan juego a Hopkins, un refinado individuo que mantiene la compostura, aunque esconda una realidad completamente diferente. De esta forma, Coleman Silk entronca con Stevens, el mayordomo aparentemente insensible pero en el fondo enamorado de Lo que queda del día, o el escritor temeroso ante la muerte de su esposa de Tierras de penumbra.
Nacido el 31 de diciembre de 1937, Phillip Anthony Hopkins procede de un humilde hogar de Port Talbot, una localidad del sur de Gales donde sus padres regentaban una panadería. Era un niño tímido, sin amigos, lo que presagiaba el carácter reservado que le definiría de adulto. A los 17 años consiguió una beca para estudiar en la prestigiosa escuela de actores de Cardiff. Estaba decidido a convertirse en intérprete, deslumbrado por el talento de Richard Burton, también galés, y dio un paso de gigante cuando terminó sus estudios y deslumbró a sir Laurence Olivier, que le contrató para actuar en el Teatro Nacional, dirigido por él. Su primer trabajo importante en cine fue como aspirante a la sucesión de Ricardo II en El león en invierno, y a continuación siguió una trayectoria ascendente, con destacadas interpretaciones en Un puente lejano y Las dos vidas de Audrey Rose. De su primera época destaca un personaje real, el doctor Frederick Treves, que descubre un ser humano con terribles deformaciones pero también muchos sentimientos, en El hombre elefante.
Declara que si alguna vez escribe sus memorias no ocultará sus malas experiencias: “No creo que llegue a escribirlas nunca, porque soy vago y pierdo rápidamente el interés por las cosas, pero si las hago lo contaré todo, incluida mi faceta de chico malo y rebelde”. Se refiere a la tragedia que le sobrevino tras divorciarse de Petronella Baker tras 4 años de matrimonio, lo que le llevó a refugiarse en el alcohol. Por suerte logró desintoxicarse, con la ayuda de Jennifer Lynton, que se convertiría en su segunda esposa hasta 2002.
Alcanzó el estrellato gracias a un individuo fascinante, a pesar de que su locura le lleva a matar para comer carne humana. ¿Quién no se ha sentido fascinado, y al mismo tiempo horrorizado, ante Hannibal Lecter, más conocido como Hannibal el Caníbal? Cuando su agente le llamó para protagonizar El silencio de los corderos pensaba que el papel era “demasiado bueno” para él, pero ofreció un recital interpretativo que le valió la unanimidad absoluta de público y crítica, además del Oscar a la mejor interpretación. “Hannibal es el símbolo de la huida de la mediocridad a la que nos ha llevado esta sociedad. Siempre es mejor sacar fuera lo que llevamos dentro, y Hannibal lo saca sin prejuicios”, ha declarado intentando explicar la auténtica fiebre que acompañó no sólo al film original, sino también en cierta medida a las secuelas.
En lugar de aprovechar su fama y vivir del cuento con un esfuerzo mínimo, Hopkins parece obsesionado desde entonces con superarse a sí mismo, y cada uno de sus papeles es un “más difícil todavía”. Aunque destaca sobre todo su composición del escritor C.S. Lewis, en Tierras de penumbra, también perduran en el recuerdo Regreso a Howard's End, Lo que queda del día, Sobrevivir a Picasso. También dio vida a dos presidentes norteamericanos, en Nixon, y en Amistad, donde era John Quincey Adams.
Aunque está considerado como un monstruo de la interpretación, no es de esos actores que preparan concienzudamente sus papeles. “Cuando era joven me fascinaba el método Stanislavsky, pero ahora lo simplifico todo”, explica. “La interpretación está mitificada y yo reduzco todo lo que puedo”. Nombrado sir por la reina de Inglaterra, provocó los recelos de sus compatriotas cuando poco después se nacionalizó estadounidense. Esto se explica porque siente cierta fascinación ante el estilo de vida americano, y se siente a gusto recorriendo en coche el territorio de este país, una de sus aficiones favoritas, sin ninguna compañía, pues continúa siendo un solitario. “Me siento identificado con personajes como Humphrey Bogart en Casablanca, el fantasma de la ópera o Quasimodo, que son oscuros y extravagantes”, explica.
Premios
Nominado a 1 premio
- Actor de reparto Los dos papas
Nominado a 1 premio
- Actor principal Lo que queda del día
Ganador de 1 premio
- Actor principal El silencio de los corderos