
Georges Franju
75 años ()Georges Franju
Lo que esconden las máscaras
Tiene una obra mítica, "Los ojos sin rostro", que inspiró a Pedro Almodóvar para hacer "La piel que habito". Aunque la filmografía de Georges Franju no es superextensa, resultan notables su aportación al cine documental, su singular mirada al folletín, y su reflexión sobre las máscaras, reales o metafóricas, quen invitan al fingimiento.
Georges Franju nació en Fouguères, Francia, el 12 de abril de 1912. Estudioso del cine y decorador al inicio de su carrera, con Henri Langlois fundó en 1936 la Cinémathèque Française y promovió el cuidado y conservación de películas siendo el secretario de la Federación Internacional de Archivos de Películas.
Sus primeros esfuerzos como director fueron en el campo del documental, donde realizó bastantes filmes, con temas tan diversos como la catedral de Notre Dame, el matrimonio científico de los Curie o el pionero del cine Georges Méliés, pero sin duda los más importantes son La sangre de las bestias (1949) que describe de modo brutal, no exento de un curioso lirismo surrealista, la actividad de una jornada en un matadero parisino, y Hôtel des Invalides (1952), sobre las heridas físicas y psíquicas consecuencia de la guerra.
La primera obra de ficción de Franju, La cabeza contra la pared (1949), converva el interés documental del cineasta en cierta parsimonia que se refleja en el detallismo con que describe la cotidianeidad de un manicomio. Su denuncia contra los excesos de la psiquiatría tendrá continuidad en filmes donde está presente la figura del “doctor loco” que sobrepasa los límites de la buena práctica científica con sus experimentos, por supuesto en Los ojos sin rostro (1960), su mejor film, y también en el folletín deudor de Fantomas y Louis Feuillade Noches rojas (1973), donde colaboró con un nieto de este autor, Jacques Champreux. También se apunta ya la constante de cierto ramalazo anticlerical en el detalle grotesco del sacerdote que sigue con su rezos en un entierro, como si no pasara nada, cuando una persona sufre una agresión; éste tendrá su máxima expresión en la adaptación de una obra de Émile Zola, El pecado del padre Mouret (1970). Los tipos enmascarados, propios de los seriales aventureros, que le encantan, también se repiten, como ocurre en Judex (1963).
Interesante, pero irregular, y muy admirado por los cineastas de la nouvelle vague, Franju tiene en su haber Relato íntimo (1962), una obra en la tradición de “Madame Bovary”, que a partir de una novela de François Mauriac denuncia a cierta burguesía y la discriminación de la mujer contando el caso de Thérése Desqueyroux, condenada al ostracismo por su vulgar marido, y encarnada por una estupenda Emmanuelle Riva. Ésta repite con el cineasta en Thomas el impostor (1965), donde Franju ofrece un relato antibélico sobre el fingimiento a partir de una obra de Jean Cocteau.