
Jean Cocteau
74 años ()Jean Cocteau
El artista total
Un renombrado poeta y famoso cineasta vanguardista francés. (Maisons-Laffitte, 5 de julio de 1889 - Milly-la-Forêt, 11 de octubre de 1963). Además de ser novelista y pintor, dibujante y actor, dramaturgo y coreógrafo, fue uno de los creadores que mayor influencia cultural ha ejercido en la primera mitad del siglo XX. Al igual que su coetáneo René Clair, perteneció a la Academia Francesa.
Su pasión por el cine comienza con el movimiento impresionista de los años veinte. Junto a su generación –Louis Delluc, Marcel L'Herbier, Jean Epstein, Abel Gance, Germaine Dulac, Jacques de Baroncelli y Jacques Feyder–, alternó la pluma con la cámara y ensayó nuevas formas en el Séptimo Arte. Y aunque no siempre fueron eficaces, sí eran válidas en su afán de renovación y descubrimiento de otros caminos expresivos o de emociones estéticas.
Jean Cocteau consideraba al arte cinematográfico como uno de los medios para mostrar “el personaje desconocido que vive en mí... La misión del poeta es la de expresar su pensamiento en obras. Imaginaos cuánto puede servirnos el cine”, había declarado. Por eso, las películas que dirigió eran auténticas confidencias personales.
Es obvio, pues, que sus filmes vanguardistas más famosos, La sangre de un poeta (1932), La Bella y la Bestia (1946), Orfeo (1950) y El testamento de Orfeo (1960), resultan como diarios íntimos, llenos de obsesiones y búsquedas creativas. Cocteau nunca perdió su identidad artística y carácter investigativo, a pesar de su colaboración como actor, guionista, adaptador de diálogos y comentarista de otros autores, como el citado L’Herbier, Jean Delannoy, Jean-Pierre Melville y Robert Bresson, entre otros.
“Cuando más me esfuerzo en el estudio del oficio del film, más cuenta me doy de que su eficacia es de orden íntimo, confesional y realista. Un film no es un sueño que se cuenta, sino un sueño que soñamos todos juntos”, manifestó.
No obstante, su cine conceptual y minoritario, de estilo metafórico y enfático –a caballo entre el surrealismo y el denominado “realismo mágico”–, resulta un tanto difícil para el público no intelectual y asimismo marginal con respecto a la industria. Jean Cocteau ensaya e investiga en sus obras el lenguaje fílmico y la concepción teatral (L’aigle à deux têtes y Los padres terribles, ambas de 1948) y acerca de la actualización de los mitos clásicos. “Un film es una fuente petrificada de pensamiento”, había dicho también.
Este autor fue un esteticista y genial creador, con elementos barrocos e incluso decadentes, que ha pasado a la historia con una obra onírico-cinematográfica tan espaciada como original e inimitable.