
Kenji Mizoguchi
60 años ()Premios: 2 Festival de Venecia Ver más
Cineasta de la mujer japonesa
Pintó en el cine como nadie a las mujeres tradicionales japonesas, capaces de sacrificarse por amor, y abocadas a un destino trágico. Aunque Kenji Mizoguchi, uno de los grandes del cine oriental, fue bastante libertino en su vida privada, apostaba por el amor y el compromiso en su cine y fue bastante crítico con el machismo ancestral de su país.
Nacido en Tokio, Japón, el 16 de mayo de 1898 (año 31 de la era Meiji), su padre era un modesto carpintero que cayó en la pobreza más absoluta tras la crisis económica de 1904. Por esta razón, la familia se traslada a Asakusa, un barrio muy marginal en el que las prostitutas abundaban en las calles, donde su progenitor –muy afectado– se convierte en un hombre violento, sobre todo con su madre, mientras que vende a su hermana mayor, Suzu, de catorce años, como geisha. Esto le provocó un trauma al futuro cineasta que influiría sin duda en sus diversas películas sobre estas 'doncellas', cuya forma de vida conocía a la perfección. Finalmente, el hombre que la compró se casó con ella.
También le marcó profundamente la muerte de su madre, a la que estaba muy unido, mientras estudiaba en el Instituto de Pintura Occidental Ohibashi. Se especializó en diseño textil y en los métodos ancestrales de fabricación de tejidos. Cuando terminó, se fue a vivir a Kobe, donde su hermana Suzu, siempre preocupada por él, le consiguió trabajo como ilustrador en un periódico. Pero tras unirse a los manifestantes afines a la reciente Revolución Rusa, que acabaron produciendo disturbios violentos, le despiden.
Necesitado de ocupación, logra que un antiguo profesor le recomiende para entrar en la compañía Nikkatsu, de Tokio, que rodaba numerosas películas. En un primer momento ejerce como ayudante de dirección de Osamu Wakayama (Nikudan), pero era un joven avispado que aprendió pronto el oficio, así que en poco tiempo le daban la oportunidad de debutar con la cinta muda Ai ni yomigaeru hi (El día en que vuelve el amor), adaptación de una pieza teatral donde ya había una historia de amor roto y las mujeres oprimidas que reaparecerían una y otra vez en su cine. Ya desde el primer momento, Mizoguchi se revela como un cineasta inconformista, que exige a la productora que participen actrices para los papeles femeninos, e incorpora rótulos, cuando lo normal era que las proyecciones contaran con un 'benshi', tal y como se llamaba al narrador.
Tras el trágico terremoto de Kanto, de 1923, que destruye Tokio y alrededores, Mizoguchi filma imágenes que aprovecha para su film En las ruinas. Durante la época muda triunfa con títulos como Papel de seda, La marcha de Tokio y Una profesora de canto, que marca su primera colaboración con su amigo de la infancia el escritor Matsutaro Kawaguchi. Algunas de sus obras causan polémica, como No hay guerra sin dinero, por sus críticas al ejército, y Sinfonía de la gran ciudad, que fue censurada por su trasfondo marxista.
La preocupación por las mujeres que manifiesta en su cine no tiene correspondencia en su vida real. Mujeriego hasta el extremo, Mizoguchi fue acuchillado –asunto que tuvo mucha repercusión en los periódicos– en 1925, por una amante a la que había abandonado, que le dejó la espalda llena de heridas, por lo que estuvo convaleciente durante seis meses. Cuando volvió a rodar se había convertido en un hombre mucho más irascible, perfeccionista y muy exigente con sus colaboradores. Acabó enamorándose de la bailarina Chieko Saga, tan temperamental como él, lo que ocasiona frecuentes discusiones.
La tierra natal, de 1930, fue una de las primeras películas sonoras japonesas, pero los 'benshi' seguían siendo tan populares que el público prefiere durante mucho tiempo seguir viendo películas mudas. Esta circunstancia, unida al hecho de que la productora aumentó el precio de las entradas para explotar la novedad, ocasionó que el film fracasara en taquilla. Mizoguchi hizo algún título mudo más como la conmovedora Osen de las cigüeñas. Su primer gran éxito sonoro fue Dios guardián del presente, aunque son mucho más redondas Elegía de Naniwa y Hermanas de Gion, las dos protagonizadas por Isuzu Yamada, una de sus actrices habituales.
En los albores de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades imponen el cine propagandista en el país nipón, pero Mizoguchi consigue evadirse de esta obligación ambientando sus películas en la era Meiji. Ocurre con la brillante Historia del último crisantemo, sobre un actor de teatro kabuki que se enamora de una niñera, la única mujer que critica su trabajo con sinceridad. En la misma línea se sitúa Los cuarenta y siete ronin, que se basa en un suceso histórico llevado al cine en numerosas ocasiones.
Por culpa de sus continuas infidelidades, le contagia la sífilis a su mujer, que es ingresada en un hospital permanentemente. A pesar de todo, Mizoguchi no tiene escrúpulos a la hora de emparejarse con Chieko, la hermana de ésta.
Durante la postguerra, y después de algunos títulos de poco interés, el realizador alcanza la cima con sus dramas sobre mujeres El amor de la actriz Sumako, El retrato de madame Yuki, La señorita Oyu y La vida de Oharu, que consagró al cineasta a nivel internacional, porque obtuvo el premio internacional en Venecia, un año después de que Kurosawa abriera la moda del cine nipón, al conquistar el máximo galardón con Rashomon. Este mismo certamen volvió a galardonarle como director por El intendente Sansho, y el film de temática fantástica Cuentos de la luna pálida, posiblemente su trabajo más conocido, en torno a dos ambiciosos tipos que al marcharse a hacer fortuna dejan desprotegidas a sus mujeres, una de las cuales es asesinada y la otra cae en la prostitución.
Tras la memorable Los amantes crucificados –sobre una mujer que huye de su tacaño marido con otro hombre–, rueda sus únicos trabajos en color, La emperatriz Yang Kwei Fei y El héroe sacrílego. Vuelve al blanco y negro con La calle de la vergüenza, sobre un grupo de prostitutas.
Mientras preparaba la que hubiera sido su siguiente película, Historia de Osaka, a Mizoguchi le diagnosticaron leucemia. Finalmente tuvo que ser ingresado en el hospital de Kyoto, donde murió, el 24 de agosto de 1958.
Premios
Ganador de 1 premio
- León de Plata al mejor director El intendente Sansho
Ganador de 1 premio
- León de Plata al mejor director Cuentos de la luna pálida