Ojos de fuego

Mientras estudiaban en la universidad, Andy y Vicky McGee participaron en los experimentos de la organización gubernamental “La tienda”, en los que tomaron una droga con la que adquirieron poderes psíquicos. Como consecuencia, él puede dominar a las personas mediante la hipnosis, y ella tiene habilidades menores de telepatía. Años después, han tenido una hija, Charlie, que ha desarrollado piroquinesis, habilidad con la que produce fuegos con la mente, así que se han mudado para ocultarse de los agentes de “La tienda”, que encerrarían a la muchacha para estudiarla de por vida. Cuando Charlie cumple once años, un incidente con unos acosadores del colegio provoca que pierda el control de su habilidad para crear fuego de la nada, y por desgracia el incidente llama la atención de los perseguidores de los McGee.

Adaptación de la sexta novela publicada por Stephen King con su nombre, octava si se tiene en cuenta que había publicado otras dos como Richard Bachman. Corría el año 1980, y cuatro años después Mark L. Lester la llevó al cine, con una jovencísima Drew Barrymore, que acababa de hacerse famosa con E.T., el extraterrestre. Por desgracia, el film no resistía comparaciones con títulos como Carrie y sobre todo El resplandor, por lo que no dejó buen sabor de boca. Lo tenía fácil para producir una adaptación mejor el astuto Jason Blum, jerifalte de la productora Blumhouse, con la que ha rodado títulos como El hombre invisible, versión moderna de un clásico del terror, y La noche de Halloween, que recuperaba la agotada franquicia del asesino Michael Myers.

Scott Teems, guionista de esta última, escribe también este nuevo film cuya realización ha recaído en Keith Thomas, que debutó con The Vigil, otra propuesta fantoterrorífica. Se aprovecha que están de moda los personajes con habilidades especiales, con escenas que recuerdan a películas de superhéroes, en especial a la saga X-Men, pues la protagonista bien podría haber formado parte de la escuela del profesor Xavier. Y también que el libro inspiró claramente a Once, una de las protagonistas de Stranger Things, que no oculta sus deudas con Stephen King, así que se saca tajada a los momentos de la niña perseguida por agentes del gobierno. Bastante fiel al texto original, merece la pena el fragmento con un granjero, Irv Manders, que tiene a su mujer convaleciente, pues recuerda al icónico momento en que el monstruo de El doctor Frankenstein, de James Whale, se relaciona con un ciego, y pretende comportarse como un humano más. No tiene la culpa de que esto resulte imposible.

Los apasionados del género disfrutarán con la inspirada banda sonora creada por el mismísimo John Carpenter, que tenía la espina clavada de haber estado a punto de dirigir el original. Sobresalen en el reparto el poco conocido secundario John Beasley, que da vida a Manders, y la niña con cierta experiencia, Ryan Kiera Armstrong. Curiosamente el actor más célebre, Zac Efron, no está a la misma altura, parece que le cuesta dar entidad al progenitor, Andy, pobremente desarrollado en el guión. Por otro lado, la trama se va por derroteros más convencionales de lo esperado, por lo que convence, pero ni mucho menos entusiasma. No pasará a las antologías de lo mejor de Stephen King, ni de Blumhouse.