
Aaron Paul
44 añosNada será como antes
Qué voz. Qué mirada. Qué pena nos dio cuando tuvo que matar a un hombre, cuando volvió a las drogas, cuando perdió al amor de su vida. Aaron Paul es el responsable de que todo hijo de vecino quiera a Jesse Pinkman, el joven compinche de Walter White en “Breaking Bad”. Quizás no vuelva a la cima, pero ya nadie olvidará su rostro.
Aaron Paul nació en un pueblo de Idaho y eso es algo que, por mucha fama que acumule, nunca olvidará. Mantener los pies en el suelo, no olvidarse “del chaval que llegó a Los Ángeles con un sueño”: esas son sus premisas. Ante todo, él es un hombre sencillo, amante del cine y la televisión, que quiere formar una familia con su mujer, la directora y actriz Lauren Parsekian.
Su carrera se presenta como un poco a poco, como un lento y trabajoso ascenso hasta Breaking Bad. Pequeñas películas para televisión, capítulos sueltos en un montón de series. Asuntos de familia, Expediente X, Policías de Nueva York, Urgencias, Bones. Seguramente nadie recuerde estas apariciones, pero con ellas logró hacerse un hueco en el medio y conseguir una audición para la serie de Vince Gilligan. Y entonces llegaron 5 años en la cima interpretando a Jesse Pinkman y tres premios Emmy.
Con sus ojos retrató la angustia de un joven perdido que veía cómo su vida se precipitaba al vacío sin posibilidad de redención. El sufrimiento y la degradación moral se inscribieron en su rostro con el paso de los capítulos y se expresaron con sus gritos. Nadie que haya visto la serie olvidará sus tacos, sus gestos, su fachada de chico malo y su profunda humanidad subyacente. Porque al final, el personaje y el actor se fundieron, y debajo de todo lo que era Jesse –delincuente, drogadicto, codicioso– estaba Aaron y su empatía, su sencillez y su bondad. Él se entregó por completo a la serie y por eso hoy lleva un tatuaje que le rinde homenaje: “No half measures” (“Nada a medias”).
Después del tremendo éxito de Breaking Bad, le llovieron las ofertas para trabajar en la gran pantalla, tanto en pequeñas producciones (Hellion) como en películas de elevado presupuesto (Need for Speed, Exodus: Dioses y hombres). En su horizonte se avistan multitud de proyectos para cine y televisión, pero nada volverá a ser como Breaking Bad, tal como él mismo afirma: “Esa serie me puso en el mapa. Me dio una carrera. Además de una familia... porque por mucho que me guste el cine, da igual que sea una película independiente o una superproducción, se trata de una experiencia limitada. Pero en televisión se forman lazos a través de cinco, seis, siete años, si tienes suerte, que solo se parecen a los de tu familia (…) Por muy difícil que sea superar lo que hemos hecho en Breaking Bad, la pequeña pantalla sigue siendo el mejor medio para contar una historia sin tener que condensarla en dos horas. Y que conste que adoro el cine. Pero son dos retos diferentes”.
Nada será como antes. Pero eso no es necesariamente malo.