
Romola Garai
41 añosLa literatura hecha cine
No es un rostro hiperreconocible. Ha protagonizado una serie de televisión, Emma, pero la gente aún no la fichado, y ella puede seguir trazándose una carrera razonable, de películas, series y obras de teatro que pueden estar mejor o peor, pero que ofrecen un interés innegable.
Romola Sadie Garai nació en Hong Kong, el 6 de agosto de 1982, o sea, cuando la ciudad era todavía colonia británica. La profesión de sus progenitores, él banquero, ella periodista, puede explicar su venida al mundo en esta ciudad cosmopolita. O su original nombre de pila, el femenino de Rómulo, el nombre de uno de los gemelos que da nombre a la ciudad de Roma por su contribución a crear la ciudad y lo que vino después. En cuanto al peculiar apellido, digamos que es de origen húngaro.
La mediana de tres hermanas, su niñez la pasa entre Hong Kong y Singapur, hasta que la familia se muda a Wiltshire en Inglaterra. Habiendo visto tanto mundo no extraña que con dieciséis años se independice y marche a Londres a completar estudios. Allí descubre su pasión por actuar y se une al National Youth Theatre interviniendo en varias obras. Un agente la descubre, y le da su primer papel televisivo en 2000, la versión juvenil del personaje de Judi Dench en Las últimas rubias explosivas.
Seguirá haciendo tele, hasta que en 2002 se estrena en cine con la dickensiana película La leyenda de Nicholas Nickleby. La literatura adaptada en la pantalla la reclama, pues también la veremos en el drama romántico El castillo soñado (2003), y en la versión de la obra de William Thackeray La feria de las vanidades (2004). Tras danzar en la mediocre Dirty Dancing 2 (2004), resulta curioso que ese mismo año coincidiera con James McAvoy en la discretita Bailo por dentro, porque dos años después ambos tienen una grandísima película, Expiación, basada en la novela de Ian McEwan, donde les dirige Joe Wright. Shakespeare con Kenneth Branagh –Como gustéis (2006)– y la serie televisiva según Jane Austen Emma (serie), donde es la protagonista, prueban que la base literaria le ayuda a brindar grandes interpretaciones.
Con Woody Allen la vimos en la divertida peripecia periodística Scoop (2006), y más seria era su contribución al retrato de uno de los grandes abolicionistas ingleses en Amazing Grace, del mismo año. Su trabajo con Antonio Banderas en drama sobre el adulterio Crónica de un engaño (2008) no fue gran cosa, por la propia película, y en Angel, a las órdenes del francés François Ozon (2007), se sumergió en una trama muy romántica que tiene su punto.
Durante unos años parece tomarse una pausa con el cine y se centra en teatro, actuando para la Royal Shakespeare Company en “El rey Lear” de Shakespeare y “La gaviota” de Chejov. Con One Day (Siempre el mismo día) ha pasado a rodar con una danesa, Lone Scherfig, en una historia original pero desigual, donde ella es una esposa convencional que acaba engañando a su marido.
Poco se sabe de la vida privada de Garai, que ella se guarda para sí con un argumento contundente: si te expones, acabas tratando de complacer a la gente, dándole lo que supones que quieren; y ya no eres tú.