
Karel Zeman
78 años ()Karel Zeman
Un mundo propio
El trabajo de Karel Zeman se enmarca en la gran tradición checa de los dibujos animados, los muñecos de plastilina movidos fotograma a fotograma y las marionetas. Con trucajes a los Georges Méliès, su cine sigue deslumbrando aunque transcurran los años.
Karel Zeman nació en Ostromef, en el antiguo imperio austrohúngaro, el 3 de noviembre de 1910. Se formó en publicidad en Marsella, Francia, y allí estuvo trabajando hasta 1936. Ya entonces le cautivaron las posibilidades de la animación, y dio una idea en tal sentido para el anuncio de una sopa. De regreso a lo que ya era la República Checa, siguió vinculado profesionalmente al mundo publicitario, creando anuncios para empresas como la automovilística Tatra. Su encuentro con el animador Elmar Klos cuando trabajaba para el fabricante de zapatos Bata marcaría su futura dedicación al cine de animación, a pesar de que entonces ya había formado una familia y se había establecido en Brno.
Alrededor de AFIT, el centro de gravitación de los animadores checos, institución fundada en 1935, se creó una gran tradición en este campo, que conectaba con las tradicionales marionetas. El primer trabajo autoral de Zeman se suele situar en 1945 con Vanocni sen, un cuento de Navidad. De aquí despegó con una serie de cinco cortos sin palabras protagonizados por una marioneta animada con técnicas de stop-motion fotograma a fotograma, el señor Prokouk, inconfundible con su calva lironda y su mostacho. Otro corto importante, una mirada a la creación artística con figurillas de vidrio cuyo título ya es una declaración de principios fue Inspiración (1948), y poco después llegaba un largometraje, El rey Labra (1950), otra historia con muñecos que recuerda al clásico cuento del rey Midas.
A partir de 1955 llega el período de madurez, películas de tipo fantástico, que combinan actores de carne y hueso con animación, trucajes que emparentan el cine de Zeman con el del pionero francés Georges Méliès. Viaje a la Prehistoria (1955) bebe ya en la imaginería fantástica de Jules Verne, autor adaptado explícitamente en Una invención diabólica (1958). Más deslumbrante es El barón Munchausen (1961), que adapta la imaginería de Gustave Doré concebida para la conocida obra de Gottfried August Bürger, con momentos sobresalientes como el del alocado personaje montando una bala de cañón; evidentemente Terry Gilliam tuvo presente este film a la hora de abordar las aventuras del barón.
Con La crónica de un bufón (1964), Zeman lleva a la cumbre las posibilidades de combinar actores con trucajes sorprendentes, ello para entregar una irónica crítica a los intereses creados en las guerras, con un formidable sentido de la picaresca. Y El dirigible robado (1967) muestra de nuevo la gran capacidad de simbiosis del director con influencias diversas, desde Julio Verne al “art nouveau”.
Aunque en los 70 sus trabajos ya no tienen tanta repercusión, el cineasta sigue activo con obras como Simbad el marino (1972) y El aprendiz de brujo (1977). En 1980, el año que recibe la más alta condecoración de su país, entrega su última película, Karel Zeman para niños. En 1989, pocos meses antes de la Revolución de Terciopelo, moría el cineasta en Zlín.