
Joan Crawford
71 años ()Premios: 1 Oscar (más 2 nominaciones) Ver más
Estrella
Se debía a público y fama. Mujer ambiciosa y con ideas propias, conoció los vaivenes de la vida y del mundillo cinematográfico. Siempre volvió a donde quería estar: por encima de todo y todos.
Mujeres modernas, fuertes y determinadas, probadas por el destino. Así eran los papeles de Joan Crawford, y así se mostraba ella fuera de la pantalla. Su magnetismo trascendió a un público femenino que abarrotaba las salas para ver sus melodramas y mimetizarse con las pasiones de sus personajes. Sí, cautivar fue lo que siempre quiso hacer, apoderarse de una de la estrellas del firmamento del Hollywood dorado.
De familia humilde, nació bajo el nombre de Lucille LeSueur en San Antonio (Texas), en 1904. Como corista en Broadway llamó la atención y pronto logró su primer papel, La dama de la noche (1925), haciendo de doble de Norma Shearer. El cine aún se expresaba sin palabras. El primer gran éxito le vino con Vírgenes modernas (1928). Joan empezaba a cotizar para su estudio, Metro Goldwyn Mayer, y pronto se casaría con Douglas Fairbanks Jr. y a frecuentar Pickfair, la famosa mansión visitada por todo Hollywood. Pese a fracasar en su matrimonio, aprovechó esa etapa para cultivar la nueva imagen de gran dama al mismo tiempo que sofisticada. Y todas las mujeres de América empezaron a imitarla.
La cámara la adoraba, tanto que George Cukor recordaría su rostro “como una máscara griega…Todo estaba en el sitio exacto y podía fotografiarse desde cualquier ángulo sin importar en qué condiciones”. A su belleza se unió la inteligencia y un incansable afán por pulirse como intérprete. En la década de los 30 reinó como pocas gracias a Amor en venta (1931), Grand Hotel (1932), Vivamos hoy (1933), Cuando el diablo asoma (1934), Mujeres (1939) o Susan and God (1940). Eran papeles a su medida, fuertes y tenaces, al lado de grandes actores como Clak Gable, partenaire en siete de sus películas. Sin embargo, el periodo en la MGM llegaba a su fin.
Su nuevo destino sería Warner. Aquí alcanzó su cima interpretativa con Humoresque (1946), Amor que mata (1947), Flamingo Road (1949) y con su papel de madre sacrificada por su hija en Alma en suplicio (1945), que le valió su único Oscar y relanzó su carrera. Por entonces la actriz había asumido un carisma cinematográfico tan vigoroso que abrumaba a sus compañeros masculinos. Tras el romántico y fatalista western Johnny Guitar (1953), en que Crawford mantiene un épico duelo con Mercedes McCambridge, Sterling Hayden juró no hacer nunca más una película con ella “ni por todo el dinero de Hollywood”. Curiosamente la haría con Bette Davis, aunque se profesaban odio mutuo. Ambas dejarían para la historia el escabroso guiñol ¿Qué fue de Baby Jane? Rodada en 1962, Joan Crawford era ya una vieja gloria que se desprendía de lo mejor que supo hacer durante una dilatada trayectoria (81 filmes), pues su posterior protagonismo en cintas de terror no cuenta mucho.
En los últimos años de su vida fue ejecutiva de Pepsi-Cola, empresa de la que su quinto y último marido había sido vicepresidente. Su adicción al alcohol, apego a la iglesia de la cienciología y el esperpéntico retrato que su primogénita (tuvo cuatro hijos, todos adoptados) hizo en el libro “Queridísima mamá” han podido minar la imagen de Crawford. Pero nadie duda del talento que tuvo para encarnar a mujeres que llegaban muy alto y descubrían que el lujo no servía de nada sin el amor. Acaso su epitafio debería haberse escrito en 1977 así: nacida para ser estrella.
Premios
Nominado a 1 premio
- Actriz principal Sudden Death (Muerte súbita)
Nominado a 1 premio
- Actriz principal Amor que mata
Ganador de 1 premio
- Actriz principal Alma en suplicio