
Liv Ullmann
84 añosPremios: 1 Oscar (más 1 premios y 2 nominaciones) Ver más
Persona
Persona con inquietudes. Alma artística en búsqueda de la felicidad. Actuar, dirigir, escribir sus recuerdos, son actividades que han servido a Liv Ullmann para represar ideas y tantear en su trayectoria vital, las cuestiones importantes. Muchas personas han sido importantes en su existencia, pero sin duda una responde al nombre de Ingmar Bergman.
Liv Johanne Ullmann nació el 16 de diciembre de 1938 en Tokio, Japón, la segunda de dos hermanas. Pero que nadie se engañe, es una actriz noruega por los cuatro costados, a la que la profesión de ingeniero de su padre, que le obligaba a viajar con frecuencia, llevó a ver la luz por primera vez casualmente en el país del sol naciente. De su alumbramiento su madre recordaba dos cosas: la imagen de un ratoncillo corriendo por el suelo del hospital, lo que interpretó como señal de buena suerte, y el comentario de la enfermera diciendo “me temo que es una niña, ¿prefiere informar usted misma a su marido?”. El dolor la sacudió a edad muy temprana, sólo contaba con seis años cuando su padre murió por un tumor cerebral, casi al mismo tiempo que su abuelo paterno, prisionero en el campo de concentración de Dachau, todo ello en plena Segunda Guerra Mundial.
Para conocer la vida temprana de la actriz y directora resulta imprescindible su libro de memorias “Changing”, publicado en 1976. Recordaba Ullmann en dicho libro que su escritura había sido puramente casual, resultado de responder a un periodista pelmazo, que le preguntaba en qué andaba ocupa últimamente, que estaba preparando una autobiografía. No era cierto, y no sabe muy bien por qué tuvo esa salida, pero al poco de publicarse la entrevista, le llovieron ofertas por los derechos, y tuvo que ponerse manos a la obra, y eso que la tarea le resultaba muy ardua, pese a sus deseos fervientes de acometerla. Y es que eran años de mucho trabajo actoral, donde viaja continuamente, de Noruega a Estados Unidos. El libro resulta sorprendentemente íntimo, una suerte de confidencias al lector de sus anhelos de felicidad, de modo que se entrelazaba su vida personal, como hija, madre, esposa, compañera, el trabajo de actriz, y el sentido que encontraba a la existencia humana.
Siendo pequeña, Liv acometía producciones teatrales en la escuela. También disfrutaba con las películas, y menciona como títulos que la marcaron Candilejas y Milagro en Milán. “Las vi diez o veinte veces y el encanto era real cada una de las veces. Héroes y heroínas. Gente que era buena o mala. Casi nunca gente aburrida y ordinaria como la que conocía en Trondhjem”, afirmaba. No era muy buena estudiante, y a veces simulaba estar enferma para eludir las clases. Pero destacaba su imaginación y le encantaba leer, “los libros siempre han sido seres vivos para mí”, escribió.
Cuando Ullmann vio que su vocación le llevaba a prepararse para ser actriz, tal planteamiento no cayó bien en su familia. Había cierto pedigrí entre la parentela, con algún familiar que había sido incluso parlamentario, de modo que la dedicación al mundo de la farándula no era bien vista, se consideraba en general una tacha en el pabellón del clan, sobre todo por línea paterna. En cualquier caso, Liv dejó la escuela con 17 años. Estudiaría interpretación en Inglaterra, en Londres, tomando clases de Irene Brent. Ese año, y el siguiente en Oslo, haciendo sus primeras audiciones para teatro, tuvieron algo de penoso, la joven Liv experimentó la soledad y el fracaso en sus esfuerzos para lograr papeles. Pero al fin vendría la alegría de un contrato que le llevó a Stavenger, y la posibilidad de interpretar en los escenarios a la mismísima Ana Frank. Su composición sería muy aplaudida por la crítica, que afirmaba que “era Ana Frank”. Y es que ella misma tenía la sensación, que siempre llevaría a sus papeles, de que no estaba fingiendo, sino que era el personaje que tocaba representar. En esa época quedaba pues demostrada no sólo su belleza, sino su capacidad para meterse en la piel de otras personas. Siempre estaría vinculada al trabajo, con obras que la hicieron brillar, como "Casa de muñecas" de Ibsen.
Mientras, en cine tendría su primer papel de entidad en 1960, en Joven escapada, de Edith Carlmar, sobre una pareja de enamorados cuya relación no es bien vista por la familia de él; la película tampoco sería bien vista por gran parte de la parentela de Ullmann, entre otras cosas porque ella aparecía desnuda en algunas escenas. Según la actriz, un tío abuelo llegó a pedir al director de Oslo Cinemas que suspendiera la proyección del film en sus cines.
En 1960 Liv se casa con el psiquiatra noruego Hans Jacob Stang. Ella da a entender en sus memorias la inmadurez de ambos cuando refiere su timidez al ir a compra sus anillos para la boda, por no decir abiertamente a la mujer que les atendía que eran para ellos. “Seguridad”, sentimientos como de “hermano y hermana”, así describe Liv un matrimonio que duraría cinco años. De hecho, adujo ante el consejero matrimonial, como causa de su divorcio, la frustración de que “sólo eran amigos”. Entretanto prosigue una exitosa carrera de actriz de teatro y cine. En 1962 trabaja con quien sería su amiga, Bibi Andersson, en Kort är sommaren. Cuando surja en 1966 la oportunidad de que ambas trabajen juntas con Ingmar Bergman en Persona, Liv no dudará un momento. Surgirá entre ella e Ingmar una intensa relación profesional y afectiva con altibajos emocionales pero grandes logros artísticos, y el nacimiento de una hija, Linn. El director aseguró en su libro “Linterna mágica” que entonces “nos alcanzó la pasión a Liv y a mí” y describió el testimonio de Ullmann en “Changing” sobre su relación como “amorosamente correcto. (...) Luchamos contra nuestros demonios lo mejor que pudimos”. En sus años de convivencia en la isla de Fårö ruedan La vergüenza (1968), Pasión (1969), Gritos y susurros (1972), Secretos de un matrimonio (1973). Como es habitual en el cine Bergman, sus problemas en la vida real se reflejan como en un espejo en su cine, el título de Secretos de un matrimonio es bastante significativo. El final de su relación no significó “the end” en su fructífera colaboración artística, vendrían después filmes como Cara a cara (1976) -por el que fue nominada al Oscar- El huevo de la serpiente (1977), única película rodada en inglés de Bergman, mirada a a la Alemania que se convirtió en nazi, y Sonata de otoño (1978), tremenda disección de la relación de una madre y su hija, donde daba réplica a Ullmann la mismísima Ingrid Bergman en un film que unía a los dos Bergman más famosos del mundo, que no guardaban parentesco pese a la coincidencia de apellidos. Encuentros privados (1996) e Infiel (2000), filmes que muestran la faceta de Ullmann como directora, se basaban en guiones de Bergman, y por supuesto encontraban inspiración en su experiencia común donde se habían alternado amor y odio, a los dos les interesaban los mismos temas, aquello que entreteje el tapiz de la existencia humana. Finalmente Saraband (2003), joya que cierra la filmografía de Bergman como director, y que se rodó en Fårö, retomaba a los personajes de Secretos de un matrimonio.
No sólo con Bergman trabajó Ullmann en la pantalla. Con el también sueco Jan Troell hizo Los emigrantes (1971), que le supuso la nominación al Oscar, y La nueva tierra (1972), donde repitió personaje. Le acompañaba en el reparto Max von Sydow, el actor con el que más ha trabajado, además de Erland Josephson. Lo cierto es que la carrera de Ullman en las pantallas está marcada por su relación con Ingmar Bergman, pero también hay que subrayar que no se ha permitido nunca frivolidades, siempre ha estado en historias que de algún modo le han interesado, incluso en sus trabajos en inglés más o menos relacionados con Hollywood, ya sea la insólita Cold Sweat (Los compañeros del diablo) (1970), donde estuvo junto a Charles Bronson y James Mason, o La papisa Juana (1972), Cuarenta quilates (1973), Horizontes perdidos (1973) y Un puente lejano (1977).
En la década de los 80, Ullmann sigue trabajando activamente, aunque quizá sus filmes bajan en interés e intensidad. Además de contraer segundas nupcias con Donald Richard Saunders, está en títulos de interés humano como El chico de la bahía (1984) y Gaby, una historia verdadera (1987).
En 1991 trabaja para quien había sido su habitual director de fotografía, Sven Nykvist, en Oxen. Pero claramente en los 90 lo que más destaca en Ullmann es su decisión de ponerse detrás de la cámara. Su debut es Sofie (1992), y le sigue Cristina, hija de Lavrans (1995), adaptación de la famosa trilogía de su compatriota Sigrid Undset. Luego vendrían las ya mentadas historias bergmanianas. Prácticamente retirada en la actualidad, aceptó el papel de abuela en I et speil i en gåte (2008), adaptación de una novela de otra popular escritora noruega, Jostein Gaarder.
Premios
Nominado a 1 premio
- Actriz principal Cara a cara (1976)
Nominado a 1 premio
- Actriz principal Los emigrantes