
Steve McQueen (II)
53 añosPremios: 0 Oscar (más 1 nominaciones) Ver más
Experto en encadenados
Las cadenas de una prisión, las de la adicción al sexo o las de la esclavitud. Al británico Steve McQueen no le van precisamente las comedias ligeras. Proviene del mundo del videoarte, lo que explica su estilo visceral, y aunque poco a poco abandona su radicalismo formal, no parece dispuesto a renunciar a sus mensajes viscerales y a la crudeza de sus historias.
Nacido en la capital británica, el 19 de octubre de 1969. Steven Rodney McQueen era de niño un destacado futbolista. Asegura que en la escuela le discriminaron por el color de su piel, pues le mandaron injustamente a la clase de los torpes y repetidores, donde sufría las burlas de sus compañeros. El director del centro reconoció años después que existía "racismo institucional".
Estudió Arte en el Hammersmith & West London College y después estudió Bellas Artes en el Goldsmiths College, donde comenzó a interesarse por el audiovisual, tras descubrir la obra de autores tan variopintos como Andy Warhol, Dziga Vertov, o Jean Vigo, y los directores de la Nouvelle Vague.
Inició su andadura en el campo del videoarte, creando cortos que se proyectaban en los muros de las galerías de arte. El primer trabajo destacado de Steve McQueen fue Bear, de 1993, filmado en blanco y negro, en 16 milímetros, que presentaba a dos hombres negros, uno de ellos el propio autor, con gestos que denotaban atracción entre ellos, o por el contrario deseos de agredir físicamente al otro.
Debutó en el cine con Hunger, donde Steve McQueen ya dejaba claro que estaba destinado a labrarse un hueco entre los directores de primera. Abordaba la huelga de hambre llevada a cabo por el preso republicano Bobby Sands, terrorista del IRA, en Irlanda del Norte, en 1981. Ya contaba con su actor fetiche, Michael Fassbender, que sorprendía con una interpretación de primera categoría, especialmente en una secuencia de 17 minutos con un sacerdote (Liam Cunningham) que intenta razonar con él para que reconsidere su actitud.
Desde entonces, McQueen y Fassbender se convirtieron en uña y carne. "Es un actor muy directo. Me pregunta y yo contesto. Pero no hablamos, preferimos hacer cosas, porque si hablas demasiado acabas por no hacer nada", ha comentado el realizador. "Le hice dos pruebas para Hunger y después nos fuimos por ahí a emborracharnos. Llegué a la conclusión de que era el actor ideal".
Repitió con el actor alemán de origen irlandés en Shame, la historia de un adicto al sexo. Nuevamente, el realizador hacía gala de un extremo realismo en secuencias incómodas para mostrar la espiral sin fondo en la que ha caído el protagonista. Por su trabajo, Fassbender obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de Venecia y una candidatura al Oscar. "El protagonista es guapo, tiene dinero y un buen trabajo, y sin embargo se construye su propia prisión a través de su relación con el sexo, una prisión sin barrotes", comentó el cineasta.
De la esclavitud del sexo pasaría a las cadenas de los afroamericanos en 12 años de esclavitud, basada en el libro autobiográfico de Salomon Northup, un hombre libre del norte que fue engañado y vendido a una plantación del sur. El proyecto está avalado por Brad Pitt, como productor –también interpreta un pequeño papel–. Por supuesto, Fassbender sigue teniendo una enorme importancia, aunque esta vez queda relegado a un rol secundario, el sádico amo del protagonista, al que encarna por su parte Chiwetel Ejiofor.
El realizador acierta al adoptar un estilo más clásico, y convencional, sin grandes riesgos visuales, innecesarios a la hora de impactar con secuencias tan duras como la del ahorcamiento del protagonista. Pero él justifica muy bien la aspereza de su cinta. "La gente prefiere no saber, prefiere no mirar a un episodio tan horrendo de su propia historia, están dispuestos a ignorarlo, porque es una verdad incómoda", ha comentado. "Django desencadenado tocaba el tema pero solo desde los bordes, en clave de comedia. Yo no veía esto como un juego, quería mirar esta realidad de frente".
El film se ha hecho con el Globo de Oro al film dramático, el BAFTA en la máxima categoría, y 9 candidaturas a los Oscar, entre ellas la relativa a la mejor realización.
El inglés está harto de que le pregunten en las entrevistas por qué no se ha cambiado el nombre, para distinguirse del célebre actor. "Porque no", es lo máximo que llega a contestar. Vive en Londres y Amsterdam, con su pareja de toda la vida, la crítica cultural Bianca Stigter, con la que tiene dos hijos.