- Duración: 02h 17 min
- Género: Drama
- Público apropiado: Jóvenes-adultos
- Valoraciones: decine21 (7) | usuarios (8.3)
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- Título original: Mystic River
- Año: 2003
- País: EE.UU.
- Dirección: Clint Eastwood
- Intérpretes: Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon, Laurence Fishburne, Marcia Gay Harden, Laura Linney, Kevin Chapman, Adam Nelson, Emmy Rossum, Spencer Treat Clark, Tom Guiry, Jenny O'Hara
- Argumento: Dennis Lehane (novela)
- Guión: Brian Helgeland
- Música: Clint Eastwood
- Fotografía: Tom Stern
- Distribuye en formato doméstico: Warner
Premios
Oscar
2004
Ganadora de 2 premios
- Actor principal Sean Penn
- Actor de reparto Tim Robbins
Nominada a 4 premios
- Película
- Actriz de reparto Marcia Gay Harden
- Guión adaptado Brian Helgeland
- Dirección Clint Eastwood
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Reparto
Crítica Mystic River (2003)

Reencuentro
Jimmy, Dave y Sean, compañeros de la infancia, vieron cómo su amistad se truncaba bruscamente la mañana en que dos tipos, simulando ser policías, se llevaron a uno de ellos. Los abusos sexuales que padeció Dave le marcaron de por vida; y aunque casado y con un hijo años después, le quedan claran secuelas; Jimmy, siguió el camino de la delincuencia, aunque tras una temporada en prisión, trata de regenerarse y de sacar adelante a su familia; por último, Sean se ha convertido en policía. Y precisamente un caso criminal, el asesinato de la hija de Jimmy, fuerza de nuevo el contacto de los otrora amigos.
Clint Eastwood es un excelente director. Tiene además su propia productora, Malpaso, y un equipo de técnicos (Lennie Niehaus, música, Joel Cox, montador, Henry Bumstead, diseñador de producción…), con los que viene repitiendo de película en película. O sea, cuenta con un preciso mecanismo de relojería para poner en marcha, realizar y empaquetar películas impecables. Es el caso de Mystic River, un film intenso, con un guión bien vertebrado de Brian Helgeland, adaptación de la novela homónima de Dennis Lehane, donde todo encaja y que disimula bien algunas trampas, como la inexistencia de coartada para Dave, el repentino hallazgo de unas pruebas incriminatorias. Eastwood rueda a las mil maravillas, con ritmo brioso, sin empantanarse; con ideas visuales efectivas. El film es pesimista y duro, pero su violencia es sobre todo psicológica, y se evitan las truculencias al tratar los abusos sexuales. Película masculina, alguno la tacharía quizá de machista, pues las mujeres tienen escasa presencia, y se comportan de modo poco inteligente: la excepción es la esposa de Sean, con sus llamadas silenciosas al móvil.
Clint Eatwood no actúa, pero hace actuar a sus actores con maestría. Medido reparto que ha dado a Sean Penn el primer Oscar de su carrera, el rebelde actor está perfectamente secundado por un plantel de campanillas: Tim Robbins, Kevin Bacon, Laurence Fishburne.
Y aunque las mujeres tengan menos peso, Marcia Gay Harden y Laura Linney se las arreglan para dar a sus personajes una tercera dimensión.
El fatalismo según Eastwood
Sin perdón: un pistolero sanguinario, que había abandonado las armas para convertirse en un destripaterrones, vuelve a matar; Los puentes de Madison: un ama de casa, que vive un intenso romance con un tipo que parece el amor de su vida, debe reasumir sus deberes conyugales; Un mundo perfecto: un criminal, que se diría que ha recobrado la inocencia tras secuestrar a un niño, cae muerto por el disparo de un estúpido policía de gatillo rápido.
Son tres títulos de la filmografía de Clint Eastwood director, cuyos derroteros están marcados por el fatalismo. Los personajes de esas películas parecen tener muy mermada su libertad: el deseo de encauzar sus vidas por sendas nuevas se da de bruces con un destino implacable, que vuelve a ponerles en su sitio. Mystic River, adaptación de una popular novela de Dennis Lehane a cargo de Brian Helgeland (ya adaptó otro libro de éxito, L.A. Confidential, que le valió un Oscar), sigue la misma hoja de ruta.

Geometría de guión
Muchas veces la maestría de un guión resuena en su simetría: frases que anticipan lo que va a suceder más tarde, personajes que tienen una especie de reflejo en otro momento de la película, o formas de ser contrapuestas que al final no son tan diferentes. En ese sentido, el guión de Helgeland es modélico: la víctima del pasado, volverá a serlo en el presente; el coche que fue vehículo para la tragedia volverá a aparecer; la rebeldía de Jimmy niño, el trangresor en los juegos en la calle, volverá a aparecer en la vida adulta; Dave adulto sigue siendo casi tan niño como antaño, a pesar de los abusos. Y todo el conjunto narrativo viene impregnado por la idea de que los personajes están encerrados en una trampa tendida por el destino, de la que no pueden salir por sí solos.
La fuerza de las imágenes
Un viejo dicho dice que ‘una image vale más que mil palabras’. Desde luego en el cine, lenguaje audiovisual donde la narración viene limitada por el tiempo, tal afirmación tiene aún más vigencia si cabe. Eastwood sabe dar valor metafórico a las imágenes. Quizá la idea visual más obvia, pero hermosa, sea la de la pelota que se cuela en la alcantarilla, anticipo de lo que va a ocurrir a los tres chicos, cuya vida está a punto de irse por el desaguadero. La aparición de un coche que se ‘traga’ a las personas, nos indica con enorme fuerza que nada volverá a ser igual después de que se haya cerrado la puerta del vehículo que nos llevará quién sabe adónde.
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