House of Cards (3ª temporada)
House of Cards
- Serie TV | 660 min. | Drama
- Público apropiado: Adultos
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- Título original: House of Cards
- Año: 2015
- País: EE.UU.
- Creado por: Beau Willimon
- Dirección: John David Coles, Tucker Gates, James Foley, John Dahl, Robin Wright, Agnieszka Holland
- Intérpretes: Kevin Spacey, Robin Wright, Michael Kelly, Mahershala Ali, Elizabeth Marvel, Derek Cecil, Nathan Darrow, Jimmi Simpson, Jayne Atkinson, Rachel Brosnahan, Mozhan Marnò, Benito Martinez, Molly Parker, Paul Sparks, Alexander Sokovikov, Lars Mikkelsen, Larry Pine
- Argumento: Beau Willimon (miniserie), Andrew Davies (miniserie), Michael Dobbs (novela)
- Guión: Beau Willimon, John Mankiewicz, Frank Pugliese, Laura Eason, Kenneth Lin, Melissa James Gibson, Bill Kennedy
- Música: Jeff Beal
- Fotografía: Martin Ahlgren
Reparto
Crítica

Presidente por 18 meses
Tercera temporada de la cínica serie, con Francis Underwood al fin de presidente de los Estados Unidos, aunque de auténtica carambola, tras forzar la dimisión del presidente. Su ambición todavía no está colmada, pues sólo dispone de 18 meses como inquilino de la Casa Blanca, y en su partido no son muy partidarios de que sea candidato para un segundo mandato. Mientras Claire no se conforma con ser simple Primera Dama, y se postula como embajadora de su país ante Naciones Unidas. Y aunque Francis no renuncia a presentarse a las elecciones presidenciales, utiliza su supuesto abandono para buscar apoyos para su programa Trabajo para América, que busca crear un millón de puestos de trabajo, financiados a base de recortes sociales. Entretanto Doug Stamper, que siempre hizo trabajos sucios para Francis, se siente ninguneado tras haber estado cerca de la muerte y haber necesitado rehabilitación, hasta el punto de que podría ofrecer sus servicios a una inesperada candidata a la presidencia.
Beau Willimon sigue desarrollando con habilidad esta serie de planteamientos maquiavélicos, en que los principales personajes buscan sólo su propio interés, sin pensar excesivamente en servir al ciudadano, a no ser que tal actitud le reporte votos u otros beneficios tangibles. Por supuesto que en o más alto del escalafón cínico se se encuentra Francis Underwood, de nuevo un Kevin Spacey que se diría más grueso y satisfecho que nunca, que habla a cámara y por tanto al espectador con increíble desparpajo y naturalidad para pavonsearse de sus lamentables puntos de vista. Ya en el arranque de la serie, una visita al cementerio donde está enterrado su padre, supuestamente sentimental, y que le lleva a orinar ante su tumba, da idea de que para este hombre no hay nada sagrado, lo que se corrobora en otro capítulo, en una escena en una iglesia, donde su actitud blasfema tiene un inesperado contrapunto en el crucifijo que se viene abajo y está a punto de aplastarlo, lo que proporciona un momento de titubeo al repulsivo personaje, antes de que se rehaga con unos de sus sarcásticos comentarios.
La serie tiene gancho y atrapa, con sus luchas de poder y crisis políticas –Oriente Medio, una Rusia con un mandatario que se parece a Putin, las luchas en el congreso...– aunque en su contra tiene la realidad de una galería de personajes odiosos, con los que resulta difícil empatizar.
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