
Alfredo Landa
80 años ()Alfredo Landa
Premios: 3 Goya (más 1 premios) Ver más
Un auténtico ‘crack’
El actor Alfredo Landa falleció a los 80 años de edad el 9 de mayo de 2013. Durante sus últimos meses de vida vivió prácticamente retirado de la vida pública tras atrancarse y quedarse descolocado al recoger el Goya de honor. Como actor fue un ‘crack’. Aunque se pasó toda su vida interpretando comedietas de medio pelo en las que perseguía en calzoncillos a las turistas suecas de Torremolinos, con el tiempo demostró su enorme valía. Ni siquiera necesitaba texto. Le bastaba con una mirada para expresarlo todo. ¡Cómo miraba este actor! Sin duda tuvo una de las mejores miradas de la gran pantalla.
Hijo de un capitán de la Guardia Civil, el nacimiento de Alfredo Landa Areitio está muy ligado al número 3. Al parecer, nació el 3 del 3 del 33, en el número 3 de una calle de Pamplona. Se sentía muy unido a su tierra. “¡Yo soy navarro, ante todo y por encima de todo, navarro! Y que no me toquen ‘el magro’ con el tema. Ser navarro marca nivel”, declaró el actor en una entrevista. Pero abandonó pronto Navarra, pues cuando tenía doce años su padre fue trasladado a San Sebastián. En la capital guipuzcoana decidió matricularse en la facultad de Derecho. Allí, descubre su vocación interpretativa cuando se integra en el grupo conocido como Fundación Teatro Español Universitario (TEU).
Integrado en esta institución participó en unos cuarenta montajes de obras de autores variopintos. Su madre, alarmada de que quisiera convertirse en cómico, llegó a organizar una reunión familiar, con él y sus tíos, para convencerle de que era una locura. “Le dije a mi madre que si ella quería me quedaba, y acababa la carrera de Derecho. Pero luego, si a los cuarenta años yo no era feliz, le echaría la culpa a ella. Cuando escuchó esto, ella misma dijo que me fuera”, explica después. Poco después, cogía el tren con destino a Madrid, la 3ª ciudad importante de su vida, en busca de una oportunidad para ganarse la vida profesionalmente como actor. Puesto que cuando estaba en el TEU le habían dado un premio universitario de interpretación, consiguió que le hicieran una carta de recomendación para un importante director de escena madrileño. Pero éste no le hizo ningún caso. Corría el año 1958, y durante mucho tiempo, sólo obtuvo algún que otro contrato como doblador. Después empezaron a ficharle como secundario en el teatro.
Poco después, Landa interpretaba un papelillo en “Eloísa está debajo de un almendro” en el madrileño teatro María Guerrero. Quiso el destino que una tarde pasara por el teatro a ver la función el cineasta José María Forqué. Le acompañaba Pedro Masó, el coguionista de la pelicula que andaba preparando, Atraco a las tres, hoy día considerada un gran clásico del cine español. Fue Masó el primero en fijarse en su talento.
“Masó le preguntó a Forqué quién era ese actor bajito al que no había visto en su vida. Forqué miró el programa y dijo que era un tal ‘Alfredo Landa’. Decidieron llamarme a su despacho al día siguiente”, recuerda el actor. Así fue como acabó interpretando a uno de los empleados de banco que organizaban un atraco a su propia sucursal. “Mi primera experiencia en el rodaje fue extraña. Forqué me citó en la Casa de Campo de Madrid y me dijo que me sentara y pusiera cara de susto. Y después vete a casa”, ha declarado Landa. Pero mientras filmaba ese film acabó descubriendo su pasión por la comedia, por lo que no le importó demasiado que después le encasillaran en el género.
A partir de ese momento, alterna el teatro con el cine. Durante su primera etapa rueda algunas memorables cintas con varios de los mejores directores del momento, como El verdugo, de Luis García Berlanga, Nobleza baturra, de Juan de Orduña, Ninette y un señor de Murcia, de Fernando Fernán Gómez e Historias de la televisión, de José Luis Sáenz de Heredia.
El gran giro de su carrera se produce con No desearás al vecino del quinto, de Ramón Fernández, uno de los grandes éxitos del cine español de todos los tiempos. El actor realizó una memorable composición del protagonista, Antón, peluquero supuestamente afeminado que aprovechaba sus viajes a Madrid para echar ‘una cana al aire’ en compañía de señoritas. El film fue todo un fenómeno sociológico e inició la corriente denominada “landismo”, denostada por la crítica, por su recurso al humor facilón, un poco “subido de tono”, pero sin pasarse.
En el fondo son producciones con un fondo entrañable por su reflejo costumbrista de la época. Los títulos no dejan lugar a dudas: La decente, Aunque la hormona se vista de seda..., No desearás a la mujer del vecino, París bien vale una moza, Vente a ligar al Oeste, Pisito de solteras, Manolo, la nuit, El reprimido, Las obsesiones de Armando, Fin de semana al desnudo, Solo ante el Streaking, Cuando el cuerno suena, Los pecados de una chica casi decente. Vistas hoy, mantienen todavía cierta gracia. Destaca algún que otro trabajo igualmente cómico, sobre temas del momento, como Vente a Alemania, Pepe y No pagues más letras, cielo.
El cine de Alfredo Landa gana en interés cuando Juan Antonio Bardem le contrata como protagonista de El puente (1977), que inicia la etapa número 3 y definitiva de su filmografía, marcada por sus mejores interpretaciones. El argumento del film de Bardem recuerda mucho a sus películas habituales, pues Landa interpreta a un mecánico cuarentón que aprovecha un puente para ir a Torremolinos, para pegarse ‘la juerga padre’. Pero la película tiene un tono surrealista y una gran carga crítica hacia la España de la época. A partir de ese momento, le fichan para dramas, o comedias de mayor calidad, como La vaquilla, de Luis García Berlanga, Los paraísos perdidos, de Basilio Martín Patino, El bosque animado, de José Luis Cuerda, La próxima estación, de Antonio Mercero y El rey del río, de Manuel Gutiérrez Aragón.
También se convirtió en una especie de actor fetiche para José Luis Garci, a cuyas órdenes se puso por vez primera en Las verdes praderas, de 1979. Posteriormente fue el detective Germán Areta, en El Crack y El Crack II, sentidos homenajes al cine negro, adaptando la fórmula a la realidad española. Con Garci, Landa también ha rodado Canción de cuna, Historia de un beso, Tiovivo c. 1950 y Luz de domingo, tras la que anuncio su retirada cinematográfica, y su ruptura de relaciones con el propio Garci, tras una discusión por motivos que nunca se hicieron públicos. Aunque posteriormente se reconciliaron, no deja de resultar curiosa esta discusión, tras muchos años de colaboración profesional, pues otros filmes del actor, como La próxima estación, ¡Biba la banda! y El río que nos lleva, contaban con Garci en tareas de producción.
El mejor momento profesional del actor le llegó gracias a Paco el Bajo, uno de los protagonistas de Los santos inocentes, con la que el director Mario Camus adaptaba la célebre novela de Miguel Delibes. Por su trabajo, Landa obtuvo el premio de interpretación masculina en Cannes, ex aequo con su compañero de reparto Francisco Rabal.
A Alfredo Landa la vida le sonrió en el terreno personal. Estuvo casado cinco décadas con Maite Imaz. Reconocía que a ella le debía la estabilidad y la felicidad. “Sin ella yo hubiera sido un imbécil y creo que no lo soy”, dijo. El matrimonio tuvo tres hijos (el número 3 le perseguía) y varios nietos (durante mucho tiempo otros tres, pero al final nació el cuarto). La Academia de Cine quiso reconocer la labor de toda una vida del actor con el Goya honorífico, el mismo año en que también obtuvo una candidatura por su excelente trabajo en la citada Luz de domingo.
Ganador de 1 premio
- Actor principal La marrana
Ganador de 1 premio
- Actor principal El bosque animado
Ganador de 1 premio
- Actor principal Los santos inocentes