
Mariano Ozores
96 añosPremios: 1 Goya Ver más
Yo hice a Pajares y Esteso
A él se debe que cuando se hable de cine español vengan a la mente las imágenes de Gracita Morales dirigiéndose a su “¡Señorito!” con su peculiar voz aguda, Alfredo Landa persiguiendo suecas en calzoncillos, o Pajares y Esteso rodeados de mujeres como Dios las trajo al mundo en las producciones más cutres de la Transición. Pese a todo, Mariano Ozores acumula bastantes méritos a reivindicar, cuenta en su filmografía con títulos tan interesantes como “La hora incógnita”, ha hecho reír a varias generaciones, y… ¡hasta provocó que una entrega de “Star Wars” se estrenara más tarde para no competir con él!
Nacido el 5 de octubre de 1926, el madrileño Mariano Ozores Puchol pertenece a uno de los clanes más célebres del cine español, al ser hijo de los actores Mariano Ozores Francés y Luisa Puchol Butier, hermano de los también intérpretes José Luis Ozores (fallecido prematuramente a los 45 años por esclerosis múltiple) y Antonio Ozores, y tío de Adriana Ozores y Emma Ozores. Pasa su infancia entre bambalinas, telones y escenarios, y aunque en un principio intenta seguir la tradición familiar, dedicándose a la interpretación, carece de la chispa y naturalidad de sus parientes, por lo que prefiere desempeñar otros oficios (representante, apuntador, regidor y tramoyista), y al final publica escritos humorísticos para la legendaria revista “La Codorniz”.
En 1953, Mariano Ozores debuta en la gran pantalla, aportando diálogos adicionales al guión de ¡Ché, qué loco!, comedia de Ramón Torrado, y ya aparece acreditado como libretista en Susana y yo, de 1957. Con el inicio de las transmisiones de RTVE en 1956, dirige y presenta programas como Aeropuerto Telefunken. En 1959, debuta como realizador con Las dos y media y… veneno, coescrita con el prolífico dramaturgo Alfonso Paso y protagonizada por sus hermanos, José Luis y Antonio, y Elisa Montés, esposa de este último. Reaparecen los tres, o algunos de ellos, en comedias de la primera etapa de su filmografía, como Salto mortal, Su alteza la niña y Alegre juventud.
El trío de actores también está presente en el mejor trabajo de Mariano Ozores como guionista y realizador, el drama de ciencia ficción La hora incógnita. Rodado en 1963, un año después de la crisis de los misiles de Cuba, parte de la premisa de que el ejército estadounidense pierde por una avería un misil nuclear que se dirige al típico pueblecito español. Se evacúa a los habitantes, pero trece personas que por razones variopintas se han quedado se reúnen con el cura en la iglesia. Hasta Antonio Ozores resulta más o menos convincente en uno de sus pocos papeles serios. Por desgracia, fracasa estrepitosamente, y la productora creada por Ozores, La Hispánica, quiebra. “Habíamos hecho tres o cuatro películas que funcionaron muy bien”, recuerda con cierta amargura. “Entonces me creí Lubitsch y dije: “Ahora vamos a hacer una película en serio, buena, importante, gorda”. Muy bien, La hora incógnita fue un éxito de crítica. Pero supuso la ruina económica completa. En una época en que una película costaba un millón, la nuestra costó cuatro. Desde entonces me prometí a mí mismo que sólo haría la película que quisiera ver el público y que le gustara. Yo me importo un pito, ¿comprendes?”.
Si el cineasta hubiera seguido por ese camino, quizás habría logrado un hueco entre los grandes de nuestro cine. Pero la comedia daba más dinero en aquel momento al cine español, así que después no se despega del género. Tiene a sus órdenes a los impagables José Luis López Vázquez y Gracita Morales, en Chica para todo, con la actriz en su típico papel de chica de pueblo que llega a la capital para trabajar de asistenta. Ambos repiten con Mariano Ozores en ¡Cómo está el servicio!, Operación Mata Hari, Operación Secretaria, Crónica de nueve meses, 40 grados a la sombra, Si Fulano fuese Mengano y la divertida parodia del cine de James Bond Objetivo: BI-KI-Ni. Con Manolo Escobar, firma En un lugar de la Manga y A mí las mujeres ni fu ni fa, con Concha Velasco Susana, Venta por pisos y otros títulos, y al servicio de la popular Lina Morgan rueda Dos chicas de revista, La descarriada, Una monja y un Don Juan, y también La graduada y La llamaban La madrina, inspiradas en los exitosos filmes de Hollywood El graduado y El padrino. No falta un film con Paco Martínez Soria, El calzonazos, de 1974.
En 1957, Mariano Ozores contrae matrimonio con la actriz Teresa Arcos, también del mundillo de la farándula, al ser hija de un actor y una bailarina. Tuvieron una hija, también Teresa como su madre, empresaria del sector de la hostelería. En 1964, dirigió un film que exaltaba el régimen franquista, Morir en España, y ejerció como director de segunda unidad de Franco, ese hombre. Después ha evitado siempre posicionarse en política, y tiene un film con rasgos autobiográficos, El apolítico, con José Luis López Vázquez como empresario al que no convence ninguna opción de voto. Ahí aboga por la unión de todos los españoles, mientras mete cera a los evasores fiscales. Siempre ha criticado las subvenciones. “A mí eso que dicen algunos directores de que ruedan la película para ellos y luego, si el público no quiere verlas, allá ellos, me parece un fraude. Eso se puede hacer con el dinero propio, no con el de otros”, explicó en una entrevista concedida a David Trueba, cuando éste estudiaba periodismo.
“¿Por qué lo llaman Landismo? Debería ser Ozorismo”, apuntaba desde las ondas el crítico Carlos Pumares, que defendía que si las comedias protagonizadas por Alfredo Landa se hicieron muy populares, el mérito debía reconocérsele a Mariano Ozores. Tiene razón, pues está detrás de varios de sus mayores éxitos, Manolo, la nuit, Jenaro el de los 14, Dormir y ligar: todo es empezar, Mayordomo para todo, Tío, ¿de verdad vienen de París?, Celedonio y yo somos así, y hasta Fin de semana al desnudo y Los pecados de una chica casi decente, donde en un “más difícil todavía” Landa se emparejaba con la citada Lina Morgan.
A finales de los 70 comienza la etapa más vergonzosa y casposa de Mariano Ozores. Todo comenzó cuando se legalizó el juego en España, y la esposa de José María Reyzábal, al frente de Ízaro Films, se aficionó al bingo. Así que el empresario vio un filón, y reclutó a Ozores para dirigir Los bingueros, que reunía por primera vez a dos cómicos con tirón en aquel momento, Andrés Pajares y Fernando Esteso. Con sus chistes subidos de tono, y la exhibición de actrices de la época del Destape, arrasaban en taquilla, así que el cineasta repitió con el dúo en los filmes de la misma compañía Los energéticos, Yo hice a Roque III (versión cañí de Rocky que tiene su gracia, y que provocó que el estreno de El imperio contraataca se retrasara, ¡para no coincidir en carteleras!), Los liantes, Los chulos, Todos al suelo, Padre no hay más que dos (comedia familiar sin humor verde, con los integrantes del grupo Parchís), Agítese antes de usarla y La Lola nos lleva al huerto.
Los nueve títulos alcanzaron el millón de espectadores (todo indica más o menos los mismos tipos), y se filmaban sin subvenciones y a toda pastilla. “Teníamos cuatro semanas para rodar. Íbamos tan rápido que a veces movíamos la boca sin decir nada y luego ya meteríamos algún chiste en el estudio de doblaje”, señalaba Esteso, que también comentaba que el habitual secundario Antonio Ozores “no se aprendía los diálogos. Por eso hablaba así. Era un vago delicioso”.
“El cine puede ser un vehículo para pensar, pero yo no formo parte de ese vehículo”, aclara Ozores, que hizo también alguna película con Esteso en solitario, como El currante o El hijo del cura y con Pajares sin su compañero, como Cristóbal Colón, de oficio… descubridor, que dio lugar a que cuando el actor se cruzó con Camilo José Cela, éste le echara la bronca porque había machacado en las taquillas a la adaptación de La colmena. “De todas formas, seguro que la tuya es más divertida”, le dijo finalmente el Premio Nobel de Literatura.
“Lo dejamos porque estábamos haciendo la misma película con distintos guiones”, ha explicado después Fernando Esteso. Por su parte, Andrés Pajares reconoce que sentía “envidia sana” de que Alfredo Landa y Paco Rabal ganasen el premio de interpretación en Cannes por Los santos inocentes, así que emprendió una carrera seria. En realidad la época del Destape se superó –aunque tardó mucho en desaparecer– y ese tipo de películas dejaron de tener sentido, si es que alguna vez lo tuvieron. Pasado de moda, Mariano Ozores ya sólo logra un éxito menor, sobre todo en los videoclubs, con algún título, como ¡No hija, no!, con Antonio al frente del reparto. Está al frente de las series televisivas Taller mecánico y El sexólogo, que pone de manifiesto que su tipo de humor se había quedado trasnochado en 1994. Con frases como “Todas las mujeres llevamos una furcia dentro”, pronunciada por el personaje de Florinda Chico, recibe críticas de algún diputado, del sindicato Comisiones Obreras y del Instituto de la Mujer, por lo que Jordi García Candau, director de RTVE, la retira de la programación horas antes de que se emitiera el tercer capítulo (después sería emitida íntegramente por Antena 3). Y el cineasta se jubila.
Pese a todo, no conviene relegar al olvido a este realizador. Se considera a Jesús Franco el realizador más prolífico del cine español, pero se le debería descalificar. “Se tendrían que descontar sus películas pornográficas, que se ruedan del tirón”, argumenta el propio Ozores. Así que este puesto lo ostenta él, con 94 largometrajes y tres series en su haber. Trabajador incansable, mientras rueda escribe el guión de su siguiente film. ¿Cómo se consigue? “Pues mira, primero siendo un hombre como yo, al que le gusta su profesión”, contestó en una ocasión. “Yo no voy a reuniones, no soy de salas de fiestas, no voy a cócteles porque me aburren mucho. A mí lo que me gusta es estar en casa. Entonces, me quedo en casa, leo, veo la televisión y escribo. Trabajo mucho, pero no es un mérito mío, es que me divierte”. En 2016, la Academia de Cine le otorgó el Goya de Honor, junto a sus hermanos, José Luis y Antonio, ambos a título póstumo.