
J.J. Abrams
56 añosJ.J. Abrams: El hombre listo de la caja tonta
¿Cuándo duerme una persona que al mismo tiempo es el responsable de la serie más innovadora de los últimos años, crea otra nueva y dirige una película? A J.J. Abrams no le asusta el intenso trabajo, y es todo un experto en estirar el tiempo. ¡Si hasta se ha encargado en persona de componer el tema musical de Alias y algunas otras de sus series! J.J. Abrams es un revolucionario que ha puesto patas arriba las series televisivas, y ahora se prepara para cambiar igualmente la pantalla grande.
El neoyorquino Jeffrey Jacob Abrams nació el 27 de junio de 1966. El que estaba llamado a revolucionar la televisión es a su vez hijo de un veterano productor televisivo, Gerald W. Abrams, involucrado en títulos como Hermanos de sangre. El joven Jeffrey siempre fue muy inquieto, dotado de una curiosidad inagotable, pues desde siempre su pasatiempo favorito consistía en desmontar los juguetes, para ver cómo funcionaban por dentro. “A veces me sobraban piezas”, ha declarado. Estudió en el riguroso centro independiente y liberal Sarah Lawrence College, en Yonkers. Cuando era muy joven quedó completamente impactado tras asistir a la proyección de La guerra de las galaxias. “Para nuestra generación, ha sido quizás el film más influyente. Abrió al mundo a la aventura espacial, y todo lo que hacemos nosotros está influido, en mayor o menor medida, por las tres primeras películas”, ha comentado Abrams.
Desde muy pequeño, Abrams era un apasionado de la televisión, que devoraba episodios de las series más variopintas, aunque su favorita era En los límites de la realidad. “Fue para mí un sueño poder trabajar mucho más tarde con el creador de la misma, el legendario Rob Serling, en un episodio de Felicity en blanco y negro que homenajeaba a su inolvidable creación”, comentó emocionado al autor de estas líneas el propio Abrams, en una entrevista. También tenía buen oído para la música, lo que le permitía componer sus propios temas. Y si no llegó a componer a los cuatro años, como Mozart, sí que tiene bastante mérito que a los dieciséis vendiera sus primeras partituras, para Nightbeast, olvidado subproducto fantaterrorífico, que supuso su primer trabajo para la gran industria del entretenimiento. En el instituto empezó a elaborar un guión de cine que acabaría dando lugar a Millonario al instante, una comedia deportiva, con James Belushi. Y aunque él no se convirtió en millonario instantáneo, no tardaría mucho en cobrar grandes cantidades, pues tras escribir A propósito de Henry, consiguió vender por dos millones de dólares el libreto de Eternamente joven, que sería protagonizado por Mel Gibson.
Casado con Katie McGrath desde 1996, con la que ha tenido tres hijos, el verdadero espaldarazo para Abrams fue su colaboración con el influyente productor Jerry Bruckheimer, y el director Michael Bay, para quienes escribió Armageddon, que arrasaba en los cines, el verano de 1998.
Pero Abrams aún tenía por delante descubrir que el medio donde más juego podía sacar a sus creaciones era la pequeña pantalla, que estaba destinado a cambiar para siempre. Desembarcó en la ‘caja tonta’ cuando faltaba muy poco para la llegada de Los Soprano y El ala oeste de la Casa Blanca –ambas de 1999– y A dos metros bajo tierra (2001), verdaderos desencadenantes de la época dorada de las teleseries. Antes, en 1998, Abrams creaba con Matt Reeves su primera serie, Felicity, que tuvo cuatro temporadas y 84 capítulos en total. El título aludía al nombre de la protagonista, una joven que tras acabar sus estudios en el instituto se matricula en la Universidad de Nueva York, porque allí va a ir también Ben, el chico del que siempre ha estado enamorada. Abrams descubrió que se encontraba como pez en el agua en las series, y tras fundar su propia productora, Bad Robot, se lanzaba a inventar la serie Alias, que renovó el género de espías, y dio a conocer a Jennifer Garner. La actriz interpretaba a Sydney Bristow, universitaria que descubría que la organización para la que trabajaba no era una tapadera de la CIA como creía, sino una rama de una organización criminal. La originalidad de la serie consiste en que Abrams la transformaba regularmente por completo, sin renunciar por ello a la coherencia argumental.
Pero la serie de Abrams que marcó un antes y un después fue Perdidos, cocreada por Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, sobre un avión de pasajeros que se estrella en una remota isla del Pacífico. Varias son las claves del éxito de la serie, como la estructura de los episodios, que combinaba sucesos del presente con varios ‘flash-backs’ que en cada episodio ilustraban el pasado de uno de los personajes. También ha jugado a su favor el argumento críptico, que ha dado pie a que los seguidores conjeturen las más disparatadas teorías, dando lugar a más foros de internet que ningún otro programa televisivo anterior.
Sin dejar del todo de lado la tele, que se había rendido a sus pies, Abrams se decidió a conquistar la gran pantalla con Misión imposible III, una amena entrega de la saga basada en uno de los clásicos catódicos. Repitió la jugada con Star Trek, precuela de las peripecias de la tripulación de la archifamosa astronave Enterprise, que sin duda es la mejor entrega de toda la extensísima franquicia en cine. El incombustible Abrams combinó el rodaje con el lanzamiento de Fringe, su nueva serie de ciencia ficción sobre una agente del FBI y un científico que, al estilo de Expediente X, investigan sucesos extraños. Y además, Abrams ha sido productor de Monstruoso, rodada como una cinta casera, que muestra el ataque de una gigantesca criatura a la ciudad de Nueva York.