
Paul Scofield
86 años ()Premios: 1 Oscar (más 1 nominaciones) Ver más
Un actor para la eternidad
Un papel para la eternidad. Paul Scofield quedará grabado en la memoria cinéfila por su maravillosa encarnación de Santo Tomás Moro en Un hombre para la eternidad, el papel que le dio un merecido Oscar. El actor falleció el 19 de marzo a los 86 años debido a una leucemia.
"Sin ceremonias, Thomas, sin ceremonias". Con esta frase se dirigía Robert Shaw, como el rey Enrique VIII, a Paul Scofield, en Un hombre para la eternidad, cuando como Moro le iba a acoger en la casa familiar. Y en efecto, Scofield transmitía un porte distinguido y señorial, pero había algo más, familiar y hogareño, que le convertía en especialmente entrañable y atractivo para el espectador. Como si conociera el secreto de una vida plena. Y ciertamente, no le fue mal en sus días terrenos, en los que huyó siempre que pudo de los focos, concediendo escasas entrevistas, siempre celoso de su vida privada. “No creo que sea una buena idea ondear tu personalidad como una banderas y hacer que te etiqueten”, comentó. Por no querer oropeles vacuos, que dirían Les Luthiers, incluso rehusó el título de sir cuando se lo ofrecieron en los 60.
Paul Scofield nació en el West Sussex inglés, en Hurstpierspoint, el 21 de enero de 1922. Hijo de maestro, acudió a la escuela en Brighton, y el gusanillo de la interpretación, que le convertiría en un gigante de la escena y la pantalla de cine le llegó a edad temprana, pues pasó por la Croydon Repertory Theatre School y la Mask Teatre School londinense con 17 y 18 años. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le llevó a unirse a compañías teatrales itinerantes que representaban obras para los soldados. En 1943 se casaba con Joy Parker, también actriz, con quien tendría dos hijos. Empezaba entonces su familiaridad con Shakespeare. Y en 1946 llegarían sus grandes éxitos con los papeles principales de "Enrique V", "Trabajos de amor perdidos" o "Hamlet". Su prodigiosa voz empezaba a hacerse familiar para los amantes del teatro, y en 1945 empezó su larga colaboración con Peter Brook en el Birmingham Repertory Theater, y a partir de 1962 en la recién formada Royal Shakespeare Company. En el cine revisitaría a Shakespeare con Kenneth Branagh en 1989 (Enrique V) y con Mel Gibson en Hamlet, aunque eso sí, en papeles pequeños. John Gielgud le describió como “una esfinge secreta”, por la hondura de sus interpretaciones.
Debutó en el cine en 1955 en La princesa de Éboli, donde interpretaba a Felipe II. Y con John Frankenheimer, en 1964, hizo su primer papel de entidad, en El tren, junto a Burt Lancaster. Antes de brillar en la pantalla, representó en los escenarios con brillantez en 1960 la recién estrenada obra de teatro de Robert Bolt Un hombre para la eternidad. El drama de un hombre de firmes convicciones cristianas, que, antes de contemporizar con su rey, al que guarda una profunda lealtad como súbdito, sigue la voz de su conciencia y no aceptaba el divorcio de Enrique VIII, resultaba conmovedor. Verdaderamente, esta obra y luego en 1966 el film dirigido por Fred Zinnemann sirvieron para difundir aún más la maravillosa historia de santo Tomás Moro. La película ganó 6 Oscar, incluido el de mejor film, y el de mejor actor para un formidable, humanísimo, Paul Scofield. Antes había ganado en teatro por este papel el Tony.
De su filmografía hay que subrayar también sus papeles en Delicado equilibrio con Katharine Hepburn, Cuando vuelvan las ballenas, junto a Helen Mirren, además de su papel de padre de un tramposo en un concurso televisivo en Quiz Show (El dilema), de Robert Redford, que le valió una nominación al Oscar, y el de juez en la caza de brujas de El crisol, basada en la obra de Arthur Miller, donde trabajó junto a Daniel Day-Lewis.
Premios
Nominado a 1 premio
- Actor de reparto Quiz Show (El dilema)
Ganador de 1 premio
- Actor principal Un hombre para la eternidad