
Peter Cushing
81 años ()El intelectual misterioso
Su rostro pétreo y su particular frente le convertían en el actor idóneo para interpretar a intelectuales con aureola de misterio como Abraham Van Helsing, el doctor Frankenstein y Sherlock Holmes. Peter Cushing fue sobre todo el rostro del cine de terror de la productora británica Hammer.
Nacido el 26 de mayo de 1913 en Kenley, Surrey (Inglaterra), Peter Wilton Cushing era hijo de un topógrafo y un ama de casa. Desde muy joven se sintió atraído por la profesión de su tía paterna Maude Ashton, actriz teatral, como también lo había sido su abuelo, Henry William Cushing, y otro tío. Ya en la escuela tuvo sus primeras experiencias en la interpretación, y también descubrió que se le daba extraordinariamente bien el dibujo.
Cuando era muy joven, su padre le consiguió un trabajo como ayudante de agrimensor gubernamental en Surrey, pero pronto el chico obtuvo una beca para irse a Londres a estudiar interpretación en la Escuela Municipal de Música y Drama. Tras participar en algunos montajes teatrales en la capital británica, decide irse a Hollywood para probar fortuna en el cine. Pronto debutó allí en la gran pantalla, en un rol muy secundario, como militar, en La máscara de hierro, de James Whale.
Tras varios papeles muy episódicos en cintas como Estudiantes en Oxford, protagonizada por Stan Laurel y Oliver Hardy, el joven Cushing se desespera, y abandona la meca del cine para volver al teatro en Inglaterra, Nueva York y Canadá. Aunque no combatió en la II Guerra Mundial, prestó su apoyo a la Asociación de Servicios Militares de Entretenimiento. Durante esta dura etapa, en 1943, contrajo matrimonio con Helene Beck, a la que estuvo unido hasta que ésta murió en 1971 por un enfisema.
Tras el conflicto bélico, Laurence Olivier le ofrece su gran oportunidad, interpretar en su versión cinematográfica de Hamlet (1948), a Osric, cortesano con un papel breve pero crucial, que le sirvió para darse a conocer. En el film también trabajaba en un papel menor Christopher Lee, posteriormente su compañero de reparto en exitosos filmes de terror. Ambos volverían a coincidir como secundarios en Moulin Rouge (1952), de John Huston.
Durante la década de los 50, Cushing se convirtió en un rostro popular para los espectadores de la televisión británica por su trabajo en series como Pride and Prejudice (1952), protagonizada por él. Realizó uno de sus mejores trabajos como marido de Deborah Kerr, que le es infiel con un escritor (Van Johnson) en Vivir un gran amor, de Edward Dmytryk.
Pero su auténtico trampolín de lanzamiento llegó en 1957, cuando el director Terence Fisher le reclutó como el doctor protagonista de La maldición de Frankenstein, que rodó para la entonces emergente productora Hammer. El monstruo estaba interpretado por un viejo conocido, Christopher Lee. El film obtuvo tanto éxito que influyó notablemente en que Hammer se especializara en terror de bajo presupuesto, casi siempre basándose en clásicos literarios del género. Cushing repitió inmediatamente en otra cinta de la casa, El abominable hombre de las nieves, de Val Guest, donde era un doctor en botánica que en busca de una extraña planta se une a una expedición al Himalaya que topará con el legendario Yeti.
Fisher había quedado tan encantado con el trabajo de Cushing y Lee que volvió a emparejarles en Drácula (1958), donde encarnaron respectivamente al doctor Abraham Van Helsing –reconvertido en un erudito con capacidad para ser un hombre de acción– y al legendario vampiro. Repetían también los principales técnicos, como el director de fotografía Jack Asher, el guionista Jimmy Sangster y el músico James Bernard. El propio Cushing ofreció muchas ideas, sobre todo para la secuencia del enfrentamiento final con su antagonista.
Aunque las críticas fueron nefastas en su época, obtuvo tanto éxito que inició la era dorada del cine de la Hammer. No tardaron en llegar las secuelas. Sangster escribe un nuevo guión que lleva como título provisional "Disciple of Dracula", donde volvía a aparecer Christopher Lee en el rol del conde. Pero éste andaba ocupado con otros proyectos y se resistió a volver a encarnar al personaje, por lo que finalmente el proyecto se transformó en Las novias de Drácula, nuevamente de Fisher, donde a pesar del título no había ni rastro de Lee, y sólo aparecía Cushing como Van Helsing, que regresa a Transilvania para enfrentarse al Barón Meinster, otro chupasangres.
Fisher rodó un tercer título, Drácula, príncipe de las tinieblas, en que logró convencer finalmente a Lee, pero Cushing sólo aparece al principio en una repetición de la secuencia final de la primera parte. Hubo más cintas de la saga con Lee a las órdenes de otros cineastas, pero habrían de pasar muchos años hasta que se reencontrara con Cushing, en Drácula 73, que adaptaba la saga a la época en la que se rodó. Éste era Lorrimer Van Helsing, descendiente de su personaje anterior. La trama de esta cinta continuaba en Los ritos satánicos de Drácula, de calidad más que dudosa.
Técnicamente, la última entrega de la saga sería Kung Fu contra los siete vampiros de oro, donde la productora mezcló su característico cine gótico con las películas de artes marciales, en plena eclosión de Bruce Lee y similares. Supuso la última encarnación de Van Helsing por parte del intérprete, aunque Lee se opuso a hacer de Drácula porque éste sólo sale al principio y al final. Con el tiempo se ha convertido en un film de culto para los apasionados de la serie B.
Fuera de la saga de los colmillos y de las estacas, Terence Fisher siguió confiando en sus dos actores favoritos. Le dio a Cushing el papel de arqueólogo, enfrentado a un antiguo sacerdote egipcio (por supuesto, Christopher Lee), en La momia (1959). Fisher también le sacó mucha tajada a la serie iniciada con la adaptación de la novela de Mary Shelley, pues volvió a contar con Cushing, ya sin Lee en La venganza de Frankenstein, Frankenstein creó a la mujer y El cerebro de Frankenstein. Otro realizador de la compañía, Freddie Francis, dirigió al actor en La maldad de Frankenstein.
Fisher tiró de Cushing para encarnar a Sherlock Holmes, en El perro de Baskervilles, donde Lee fue Sir Henry, último descendiente de una estirpe de nobles que mueren asesinados por un sabueso infernal. No sería la única vez que Cushing fue el famoso detective creado por Sir Arthur Conan Doyle, pues repetiría en una serie de 16 capítulos de BBC, de 1968, y en el telefilm Sherlock Holmes y las máscaras de la muerte, donde ya tenía una edad avanzada.
Además, Cushing protagonizó otros títulos de la Hammer como Drácula y las mellizas y Las amantes del vampiro. Y trabajó para la competencia, Amicus (otra compañía inglesa centrada en el terror), en La bestia debe morir (una de hombres lobo) y Cuentos de ultratumba, compuesta por relatos cortos. Fue también el emblemático personaje de la ciencia ficción británica Dr. Who en Los marcianos invaden la Tierra y Dr. Who y los Daleks.
Un realizador español, Eugenio Martín, consiguió la presencia de Cushing y Lee en Pánico en el Transiberiano, donde ambos son científicos que viajan en el famoso tren, donde ha resucitado una criatura antropoide que estaba en estado de congelación. Insólita cinta rodada en Madrid y Navacerrada, su factura técnica es muy superior a la media del cine español de la época.
Cuando estaba al final de su carrera, el entonces jovencísimo George Lucas, que sentía veneración por el actor, le reclutó para interpretar al malvado Moff Tarkin, en La guerra de las galaxias. donde era el nombre de mayor prestigio junto con el legendario Alec Guinness. Como al ponerse el traje de oficial imperial descubrió que las botas le apretaban tanto que no podía ponérselas, consiguió que Lucas le diera permiso para rodar en zapatillas, por lo que aparece siempre filmado por encima de las rodillas o detrás de una mesa. En su autobiografía, Carrie Fisher (la princesa Leia) recordaba que le resultaba muy difícil fingir odio hacia el personaje de Cushing en sus escenas conjuntas, porque fuera de plano, el actor era extremadamente caballeroso y encantador.
Al final de su vida, Cushing apareció en cintas como Misterio en la isla de los monstruos, de otro español, Juan Piquer Simón, y Top Secret, donde en una clara parodia de Holmes aparecía como librero con una lupa que parece aumentar el tamaño de su ojo, aunque cuando se la quita resulta que éste en realidad es enorme.
La olvidada cinta de ciencia ficción Biggles. El viajero del tiempo supuso su último trabajo. Después se retiró y se dedicó a la pintura, su hobby, y a escribir dos autobiografías. En 1989 fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico por su amplia trayectoria. Falleció el 11 de agosto de 1994, como consecuencia de un cáncer de próstata.