
James Spader
63 añosPremios: 1 Festival de Cannes Ver más
Nunca le acabas de conocer
James Spader tiene un punto de guaperas, con una mezcla de ingenuidad y retorcimiento que alguien pensó que le hacía muy adecuado para historias de pasión sin barreras, sexo, mentiras y cintas de vídeo. Lo que facilitó su carrera de personajes ambiguos sólo hasta cierto punto.
James Todd Spader nació el 7 de febrero de 1960 en Boston, Massachussetts, Estados Unidos. Hijo de profesores, asistió a la Phillips Academy, y su carrera actoral fue paulatina, sin grandes alharacas. Lo más llamativo de sus inicios fue el papel de hermano de Brooke Shields en la cinta de Franco Zeffirelli Amor sin fin (1981). Porque el resto eran telefilmes sin pena ni gloria, con papeles que apenas le daban para pagarse los garbanzos. El piloto de una serie en 1983 que surgía de Diner, la cinta nostálgica de Barry Levinson, podía haber sido una opción, pero la cosa no cuajó. En Tuff Turf (1985) era el protagonista guaperas juvenil, el chico tenía sex appeal, pero poco más. Eso sí, le permitió en estar en La chica de rosa (1986), con el guionista de historias adolescentes del momento, John Hughes.
1987 fue un buen año, de algún modo Spader se convirtió en rostro adecuado para la década ochentera de los pelotazos en bolsa, la pesadilla americana y la dificultad de conciliar trabajo y familia, temas presentes en Wall Street, Golpe al sueño americano y Baby, tú vales mucho.
Pero sin duda el momento de gloria y esplendor para el actor llegó con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), película indie por antonomasia, Palma de Oro en Cannes, que puso en el mapa no sólo a su director y guionista Steven Soderbergh, sino a su pareja protagonista, Spader y Andie MacDowell. Se encargó de los decorados Victoria Wheel, con quien se había casado en 1987 y que le dio dos hijos, aunque el matrimonio se rompió en 2004. Luego con su novia Leslie Stefanson tuvo un tercer hijo en 2008.
Resulta curioso constatar que aunque a Spader no le faltó el trabajo en la década de los 90, incluso en filmes de cierto interés, nunca alcanzó el estatus no digamos de estrella, sino simplemente de lo que podríamos denominar “actor popular”, tal vez sus personajes, a los que nunca acababas de conocer y con los que era difícil empatizar, no ayudaban. Quizá no quiso atarse al cine comercial, siguió moviéndose dentro de las fronteras del cine más o menos indie, con títulos como Pasión sin barreras (1990) con Susan Sarandon, El color de la ambición (1991), junto a John Cusack, Ciudadano Bob Roberts (1992), sátira política de Tim Robbins, La música del azar (1993), adaptación de la novela de Paul Auster, Crash (1996), propuesta algo sadomasoquista del rarito David Cronenberg, o En estado crítico (1997), decididamente no lo mejor de Sidney Lumet. De Dos días en el valle (1994) lo poco que se puede decir es que compartió cartel con una Charlize Theron que llamaba la atención por primera vez.
El intento de hacer algo para el gran público no pudo resultar más errado, Stargate, puerta a la estrellas (1994) era una ciencia ficción “a la egipcia” bastante petarda, por no hablar de la irrepetible Supernova (2000), de lo peor jamás filmado por Walter Hill. Y le pesó el que su nombre se asociara a historias cargadas de sexo, pues le tocó hacer la olvidable Hablando de sexo (2001) y la bastante retorcida Secretary (2002).
El golpe de suerte llegó con una par de serie de picapleitos, El Abogado (2003) y luego, con más protagonismo, el spin-off, Boston Legal (2004), de bastante aceptación, y donde no le faltó trabajo hasta 2008, además de darle el Emmy. De ahí, más pequeña pantalla, pasaría a la versión americana de The Office. Y casi le teníamos olvidado para el cine cuando Steven Spielberg le ha rescatado para la gran pantalla en su Lincoln (2012), donde da vida a un personaje histórico, W.N. Bilbo, que compone con autoridad, un político de raza a la búsqueda de votos para la abolición de la esclavitud, noble tarea.
Premios
Ganador de 1 premio
- Actor principal Sexo, mentiras y cintas de vídeo