Carlos, Rey Emperador
- Serie TV | 1 min. | Histórico | Drama
- Público apropiado: Jóvenes-adultos
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- Título original: Carlos, Rey Emperador
- Año: 2015
- País: España
- Dirección: Oriol Ferrer, Salvador García Ruiz, Jorge Torregrossa
- Intérpretes: Álvaro Cervantes, Blanca Suárez, Alfonso Bassave, José Luis García Pérez, Félix Gómez, Eric Balbàs, Laia Costa, Guiomar Puerta, Víctor Clavijo, Eusebio Poncela, Enrique Berrendero, Álex Brendemühl, Pepe Ocio, Ferran Audí, Carlos Álvarez-Nóvoa, Daniel Pérez Prada, Elisabeth Larena, Susi Sánchez, Juanjo Puigcorbé, Ramón Barea, Mónica López, Meritxell Calvo, Francesc Orella, Alberto San Juan, Blai Llopis, Ángel de Andrés López, Nathalie Poza, Laia Marull, Helio Pedregal, Roberto Álvarez, Andrés Lima, Mélida Molina, Javier Villalba, Óscar Rabadan, Tamar Novas, Iazua Larios, Lucía Barrado, Mingo Ràfols, María Hervás, Carlos Kaniowsky, Marcel Borràs, Christian Esquivel, Irene Montalà, Fele Martínez, Aleix Peña Miralles, Alberto Amarilla, Nelson Dante, Fiorella Faltoyano, Iris Lezcano, Ariana Martínez, Ángela Cremonte, Fernando Conde, Irene Ruiz, Israel Elejalde
- Guión: José Luis Martín
- Música: Federico Jusid
- Fotografía: David Azcano
- Distribuye en formato doméstico: Divisa
Principales intérpretes
Sinopsis oficial
Carlos, Rey Emperador
La historia de uno de los hombres más poderosos que ha conocido Europa, gobernador de un imperio de proporciones tan extraordinarias como su diversidad. Los espectadores descubrirán a través del relato de la vida de Carlos de Habsburgo desde su llegada a España, de qué modo el heredero del Imperio Germánico, de Borgoña, de los Países Bajos, del Franco Condado, Artois, Nevers y Rethel, de los territorios de la Corona de Aragón y sus posesiones italianas vinculadas y de los castellanos, norteafricanos y americanos de la Monarquía Católica crece cómo estadista, cómo se fortalece al reaccionar a las amenazas que le rodean con los aciertos y errores de sus consejeros.
Crítica

El difícil arte de gobernar
Nueva apuesta española por las series televisivas de corte histórico tras el éxito de Isabel, no en balde detrás de Carlos, Rey Emperador está parte del equipo creativo de la mencionada serie. La trama arranca con la llegada a Castilla de Carlos y su hermana Leonor, donde resulta casi inevitable que sean vistos como intrusos extranjeros, pues siempre han vivido fuera de la Península. Él viene a reclamar su corona, aunque Juana todavía vive, y su hermano Fernando podría hacer también su propia reclamación, apoyos locales no le faltan. Pero Cisneros, el regente, desea que las cosas se hagan como determinó el rey católico Fernando, abuelo de Carlos, siguiendo el parecer de Isabel. Otros hilos narrativos trasladan al espectador a la corte francesa del mujeriego rey Francisco, y a Santiago de Cuba, donde Hernán Cortés se apresta para explorar y conquistar ricos territorios.
Resulta muy de agradecer el esfuerzo de producción de esta serie, que ayuda a divulgar un período importante de la historia de España. El equipo dirigido por José Luis Martín, y que cuenta con cineastas solventes como Oriol Ferrer, procuran conjugar la lección de historia con el entretenimiento. El problema, al menos en lo que se detecta en el primer capítulo, es que ideas como el ataque de unos campesinos al rey por error, o los devaneos amorosos de alcoba, parecen recursos fáciles poco integrados con la mencionada lección de historia. Mientras que la decisión de no arriesgar con los idiomas quita al conjunto un poco de verosimilitud. Carlos habla un perfecto español, y se hace difícil aceptar que la corte francesa sea efectivamente francesa. Álvaro Cervantes parece demasiado joven para encarnar al futuro emperador, pero démosle un voto de confianza, por ahora se supone que es un gobernante inexperto, aunque con aptitudes, y eso, más o menos, lo transmite.
Y en efecto, a medida que avanzan los capítulos, se opta por desarrollar mejor las tramas relativas a la lucha por el poder, ya sea la corona de emperador, o la conquista de México; y los personajes y lo que les mueve, una combinación de lealta, ambición y sentido del estado, que obliga a dejar los sentimientos personales en su su sitio, cobra sentido. Además, siendo conscientes de que hay un presupuesto razonable, pero limitado, se evitan los planos que requerirían masas o costosos decorados, limitando la cosa a escenas brevísimas que cumplen ese misión en América, la fugaz visión de los barcos de la expedición de Cortés y las pirámides mayas.
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