
Miguel Ángel Solá
72 añosPuente hispano-argentino
Parece haber hecho un pacto con el diablo, como su personaje en Fausto 5.0, para llegar a ser uno de los mejores actores que ruedan en lengua española en la actualidad. Miguel Ángel Solá ha dado grandes alegrías tanto al cine español como al argentino, aunque en realidad le tira mucho más el teatro.
Nacido en la capital de Argentina, el 14 de mayo de 1950, Miguel Ángel Solá hunde sus raíces en el mundo del espectáculo, pues su madre y su tía, Paquita y Luisa Vehil, son actrices consagradas en Argentina. Al parecer, su familia se dedica al teatro desde hace numerosas generaciones. La hermana de Solá, Mónica Vehil, también es actriz.
Miguel Ángel Solá empezó a los 20 años en el teatro independiente argentino con la obra “La noche de los ratones crueles”. Debutó en el cine con un pequeño papel en el drama Más allá del sol, de Hugo Fregonese. En 1976, se convirtió en una celebridad en su país al protagonizar la versión argentina de “Equus”, de Peter Shaffer, que se mantuvo en escena varias temporadas, y posteriormente se repuso en 1983.
Aunque a continuación sigue centrado sobre todo en el teatro, en cine interviene en cintas como No habrá más penas ni olvido, junto a Federico Luppi, o El lado oscuro del corazón, con Darío Grandinetti.
Divorciado de la actriz Susú Pecoraro (Camila), acabó unido a otra intérprete, española, Blanca Oteyza, que le cambió radicalmente la vida. Decidió seguirla y establecer su residencia en España. Ambos han tenido dos hijas, Camila y Cayetana.
Protagonizó el film hispano-argentino Tango, de Carlos Saura, donde era un privilegiado bailarín. Fue un policía en busca de un peligroso psicópata, en Plenilunio –basada en una novela de Antonio Muñoz Molina– y a continuación protagonizó Sé quién eres, de Patricia Ferreira. Allí, llevó a cabo una memorable interpretación de un enfermo del Síndrome de Korsakov, que se volvía a enamorar de la directora de la clínica (Ana Fernández) cada vez que la volvía a ver, pues por su enfermedad la olvidaba continuamente. Hizo un pacto con el diablo como protagonista de Fausto 5.0, donde encarnaba una versión moderna del famoso personaje. Ha intervenido también en otras películas españolas como La playa de los galgos y El alquimista impaciente. Ha tenido éxito especialmente en la televisión, con títulos como Lobos, U.C.O. y Desaparecida.
No ha desatendido a realizadores de su país, como Eduardo Mignogna, que le dirigió en La fuga, donde era un estafador que escapaba de la cárcel, y Luis Puenzo, responsable de La puta y la ballena.
Con su adorada Blanca Oteyza apareció en el film Octavia, de Basilio Martín Patino, y también en el film coral Tiovivo c. 1950, de José Luis Garci. Ambos se lanzaron a una extensa gira teatral con “El diario de Adán y Eva”, de Mark Twain, que arrasó, gracias al boca a oreja.
Un fatal accidente en una playa de Gran Canaria le produjo una lesión medular . Se había trasladado ahí para actuar en el teatro cuando decidió bañarse en el mar. “Estábamos a punto de irnos y él decidió entrar, con la mala suerte de que cambió la marea. Yo estaba leyendo cuando de repente una enorme ola se lo tragó, por eso no me di cuenta hasta que la gente comenzó a gritar: ‘Un ahogado!, ¡un ahogado!, ¡llamen a la Cruz Roja!’. En ese instante, vi que cuatro chicos lo estaban sacando del agua. En un segundo, una ola de cinco metros lo había arrojado contra el fondo, dejándolo paralizado”, explicó Blanca Oteyza. Sólo logró recuperarse tras un largo período de convalecencia.
De nuevo en forma, ha vuelto al teatro con Oteyza en “Por el placer de volver a verla”. Además, ha interpretado a un acosador que le hace la vida imposible al personaje de Leonardo Sbaraglia en El corredor nocturno.