
Terence Hill
83 añosDivertido y formal
A los críticos sesudos no les parece un gran actor. Está claro que Terence Hill ha dirigido su carrera artística por la senda del entretenimiento, buscando conquistar al gran público con el humor blanco y la acción bien coreografiada. Con Bud Spencer ha formado una de las parejas fílmicas más populares de todos los tiempos. Ha logrado sus objetivos sin trampa ni cartón, poco más se puede pedir a alguien que hasta puede presumir de haber estado en una obra maestra, "El gatopardo".
Mario Girotti, más conocido por su nombre artístico Terence Hill, nació en Venecia en 1939 de padre italiano y madre alemana, de hecho la familia estaba cerca de Dresde cuando la ciudad fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial. No es de extrañar pues su pelo rubio y ojos azules, compatibles con un aire pícaro muy latino, que encajarían a la perfección con los papeles que componen su carrera actoral y la intención de pasar por anglosajón ante el público internacional. Tuvo 24 horas y una lista de 20 nombres para decidir cómo sería conocido por los espectadores, y Terence Hill fue el escogido por la coincidencia de las iniciales al revés con las de su madre, a lo que otras fuentes añaden su gusto por la literatura clásica –la estudió en la Universidad de Roma– y el teatro, concretamente el de Terencio.
Da idea de lo espabilado que era Mario el hecho de que debutó en el cine con tan solo doce años en la película Vacanze col gangster. Hizo cine durante toda la década de los 50, por ejemplo en peplums como La espada y la cruz (1958) y Aníbal (1959), con Victor Mature. Eran papeles pequeños y en títulos de escasa trascendencia, pero Girotti se afianzaba en el oficio. En coproducción hispanoitaliana actuaría con Sara Montiel en Pecado de amor (1961) y dos años después estaba en una obra maestra, adaptación de un clásico de la literatura italiana, El gatopardo de Luchino Visconti, según la obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
A partir de este momento surge trabajo a destajo en coproducciones con Alemania o España en spaghetti-western como La carabina de plata (1964), El asalto de los apaches (1964) y la bizarra Rita en el West (1967), musical del oeste con Rita Pavone. Además, a las órdenes de Harald Reinl, rueda en dos entregas Los nibelungos (1966).
Habría sido imperdonable que el actor no hubiera conocido a Carlo Pedersoli, o sea a Bud Spencer, pero ocurrió casi por casualidad cuando hubo que sustituir al previsto Peter Martell, por una lesión, en Tú perdonas... yo no (1967), que Giuseppe Colizzi rodaba en Almería. Fue la película en que ambos actores escogieron el nombre artístico por el que son conocidos, y el comienzo de una asociación que se prolongaría en casi una veintena de películas. Además conoció a la que sería su esposa, Lori Zwicklbauer, con la tuvo una hija, Jess, además de adoptar a otro, Ross, que moriría trágicamente en un accidente de automóvil.
Aún continuarían los western en serio, por decirlo de alguna forma, y en solitario, como El clan de los ahorcados (1968), donde era Django, pero en 1970 surgiría un nuevo concepto, el de comedia del oeste con mamporros perfectamente coreografiados y haciendo pareja con Bud Spencer, Le llamaban Trinidad (1970), donde se mire como se mire Enzo Barboni entregó un clásico sin paliativos, que daría pie a tantos títulos del mismo corte, incluida la imitación hollywoodiense, la parodia del western de Mel Brooks Sillas de montar calientes. De algún modo lo que Sergio Leone hizo dando a sus westerns su tono operístico personal, lo haría Barboni con sus comedias del oeste, incluso con nombre artístico americanizado, E.B. Clucher.
¡Más fuerte, muchachos! (1972), Y si no... nos enfadamos (1974) y demás eran títulos semejantes. ¿No había caído Terence Hill en la trampa del encasillamiento? Según el actor era él quien había escogido tal encasillamiento, una elección consciente y responsable. Aseguraba haber quedado impresionado con el comentario de una madre de familia, que le agradecía que hiciera películas para todos los públicos, divertidas y muy entretenidas, a las que pudiera llevar a sus hijos. En efecto ese humor físico tenía gran éxito, incluso Bud Spencer decía que los especialistas italianos eran los mejores, al igual que a los estadounidenses se les daban bien las escenas de coches y a los españoles las de caballos. El caso es que Hill pensó que, aunque era capaz de papeles dramáticos, prefería centrarse en este cine familiar. Aun así, intentó la aventura hollywoodiense en 1977, El heredero del billón de dólares junto a Jackie Gleason, y Marchar o morir, con Gene Hackman, Catherine Deneuve y Max Von Sydow, pero fue efímero, no quedó satisfecho de la experiencia. De modo que siguieron las cintas con Bud, como Par-impar (1978) y Estoy con los hipopótamos (1979), de nuevo súper populares. No es de extrañar que muchos títulos de la pareja usaran el prefijo “súper”.
Terence y Bud, el uno delgado y pillo, el otro más básico, grueso y cachazudo, podrían hacer pensar en Astérix y Obélix. No es de extrañar que Hill pensara en otro personaje de René Goscinny, Lucky Luke, para encarnarlo en la pantalla en Lucky Luke (1991), aunque tal vez su edad, 52 años, era excesiva para el personaje.
Otro personaje popular y para todos los públicos que quiso interpretar fue el cura don Camilo, aunque sin duda Don Camilo (1984) no superaba a los filmes anteriores en que Fernandel había logrado dejar claro que él era el personaje en perpetua y amigable enemistad con el cura comunista Peppone. Fue su primer film como director, rol que repitió en la citada Lucky Luke y en Y en Nochebuena... ¡Se armó el belén! (1994), último film con Bud Spencer. En 2010 los dos actores serían justamente reconocidos con un David di Donatello en reconocimiento a toda su carrera y a la química que han exhibido
Lo de hacer de sacerdote tuvo que gustarle, pues otro clérigo de porte distinto, emparentado lejanamente con el padre Brown de Chesterton por sus dotes detectivescas, le ha dado justa fama en la última etapa de su carrera. La serie Don Matteo lleva más de dos décadas en antena en la televisión italiana, desde el 2000, con gran éxito; ahí el actor interpreta al protagonista, ya con más de ochenta años. Además, en 2018 volvió a dirigir un film, Mi nombre es Thomas, con él de protagonista en crisis existencial que marcha al desierto de Almería en su Harley, lo que le permitió mostrar en pantalla su pasión por las motos.